Ryan O'Neal en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

Zafarrancho Vilima - Un pódcast de Zafarrancho Vilima

Categorías:

Hoy no podíamos esperar para conocer los detalles de la vida de Charles Patrick Ryan O’Neal, un auténtico y genuino estadounidense de los que le echaba ketchup a tó y tenía una escopeta de perdigones. El Pequeño Ryan nació en Los Angeles, el 20 de abril de 1941. Tenía un hermano chico que se llamaba Kevin, porque allí tó los hermanos chicos se llaman Kevin. Su madre era la actriz Patricia Callaghan y su padre el escritor y guionista Charles O’Neal. Los orígenes de la familia era un rebujito, con su poquito de irlandés, judío, polaco, alemán y “arvellana” de los toro. De chico Ryan tenía en el colegio más partes de ausencia que Bertín Osborne, porque él no quería estudiar, el quería ser era boxeador. Los profesores pronto se dieron cuenta que el niño era menos profundo que un charco, así que se lo encasquetaron al orientador. Lo bueno de Estados Unidos es que si te becan para el deporte, te regalan la carrera, que con el nivel de allí no te la convalidan ni en Uzbekistán. Ryan le cogió el gusto a eso de pegar puñetazos, sino que le pregunten a las paletas de su hijo Griffin, que le dejó la boca como una vagina enlatá. Consiguió los guantes de Oro por sus 18 victorias, 4 derrotas y 13 nocauts, sin contar el concurso de guantás. Durante la década de 1950, se trasladaron a Múnich, porque el SAE llamó al padre pa trabajar de guionista en una serie y si decía que no, le quitaban el paro, porque ha sido a la única persona a la que ha llamado el SAE pa trabajar en una cosa de lo suyo. La familia regresaría a principios de los 60 a la tierra de las oportunidades de El Corte Inglés. En 1963 se casa con Joanne Moore y tienen dos hijos, Tatum y Griffin y que cuando se separaron en 1966 le dieron a él la custodia de los niño POR LA DROGADICCIÓN y ALCOHOLISMO DE LA MADRE, que el padre también pero alguien tenía que traumatizar a esos niños. Recordemos que a este Griffin es a quien el padre disparó porque no encontró la babucha. En 1964, siendo Ryan un joven sin enchufe ninguno de su madre actriz y su padre guionista, debuta en la serie televisiva Peyton Place, que es el nombre del pueblo, pero que se tradujo como “La caldera del diablo” porque los exteriores se parecían a Écija. Esta serie tuvo una gran aceptación, con más de 500 episodios que empezaron a emitirse en blanco y negro y terminaron en color. El éxito de la serie ayudó a Ryan a saltar a la gran pantalla, apareciendo en varias películas hasta que en 1970, con 29 años, protagonizó el papel que lo llevó a la fama “Love story” (“Firma aquí, aquí, y aquí” en español). Llegaron incluso a nominarlo al Oscar de mejor actor sin pegarle a nadie ni ná. En 1967 se casó con Leigh Taylor-Young, con quien tuvo a su hijo Patrick y de quién también se divorció, en 1973, pero esta vez el niño se quedó con la madre, que a lo único que estaba enganchá era a las bolitas de coco. A partir de entonces, O’Neal se convirtió en el actor de moda de Hollywood, llegando incluso a sonar para Corleone en “El Padrino” o Rocky Balboa en “Rocky”. Ya en esta época tenía la boca que se reía y no debaja tapao un diente y la cara de cualquier hombre normal con el que te puedas cruzar en el Pryca, porque en EEUU sería muy reconocido, pero en Albacete no le hubieran pedido ni la hora. Y como a la tercera va la vencida, en 1979 comienza una relación con otra actriz de moda, Farrah Fawcett, con quien tuvo a su hijo Redmond, pero por lo visto no fue la vencida porque cada vez que Ryan llamaba a Farrah parecía mi abuela, que decía el nombre de todas las amantes menos el de la mujé, que era del que no se acordaba. Farrah lo abandonó en 1997, aunque le volvió a dar otra oportunidad en el 2001 porque él se puso malito. Pero como a Ryan le gustaba más un estupefaciente que a un Borbón un tiro perdido, no pudo mantener su carrera de estrellato, por lo que la figura del actor se fue diluyendo poco a poco, no como la galleta que se te cae en el café justo cuando le vas a dar el bocao y que intentas coger con la cucharita, que esa se diluye del tirón. En la década de los 80 ya no se acordaba de O’Neal ni Hacienda. Sus hijos lo acusaron de ser un padre ausente, menos los dos primeros de los que tuvo la custodia (que son el del tiro y el de los dientes voladores), que lo acusaron de alcohólico, drogadicto y de tener la misma estabilidad mental que un Doberman. En 2001 empezaron a diagnosticarle cosas de esas que cuestan un pastón curarlas en EEUU y que parecía que Farrah iba a cuidar de él, pero al final el tío la sobrevivió 14 años, que le dio tiempo de tener otro cáncer y de curarse. Al final, Ryan O’Neal, nos dejaba a los 82 años, este 8 de diciembre de 2023, que ya es mala suerte morirte en un puente, aunque ustedes siempre podrán recordarlo cada vez que se coman una bolita de coco o se crucen con alguien con menos dientes que una vagina en lata.