Pascual González en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima
Zafarrancho Vilima - Un pódcast de Zafarrancho Vilima
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El pequeño Pascual nació en la Sevilla de 1950, en el barrio de la Calzada, antes de que le pusieran al lao la estación de Santa Justa, que no vea lo contento que se puso el padre haciendo las cuentas de lo que se iba a revalorizá el piso. La madre de Pascual tuvo un embarazo un poco incómodo por las ardentías del pelaso que traía el niño, que parecía Mario Vaquerizo. Desde chico se veía que el niño era una jartá de avispao, le preguntaba a la madre por qué se había casao con el padre, le preguntaba al padre que porqué se escondía pa beber anís… así que la madre lo metió en un colegio monjas hasta que el niño empezó a decir cosas raras como que en el colegio se comían el cuerpo de un hombre y se bebían su sangre. Miedosa de que se perdiera el talento de su hijo, lo metió en la Academia Orad, que tenía muy buena puntuación en el EDUCADVISOR. En esta academia estuvo bajo la tutoría del fundador de la academia y gran matemático Don Urbano Orad de la Torre, que dijo: “este es el que me va a rellenar a mí la declaración de la renta”. Con él estuvo hasta 3º de magisterio, para luego ingresar en la Escuela Normal Nebrija y validar su titulación, que era el proyecto de fin de carrera de antes. Luego volvió con Don Urbano para trabajar de profesor de matemáticas. Pero todos sabemos que las matemáticas son más aburridas que la misa de un bautizo, así que Pascual desarrolló desde pequeño una extraordinaria habilidad para las artes y las letras; Era como un filósofo griego, que lo mismo ayudaba al niño con las derivadas que escribía un poema que te hacía una berza con pringá. También fue tuno, que nadie es perfecto. Aunque si por algo suena a todo el mundo el nombre de este fanático de los Beattles es por reinventar al grupo de Liverpool a la forma Sevillana, fundado “Los Cantores de Híspalis” y convirtiendolo en el grupo de sevillanas más relevante del panorama nacional. Su 1er disco, “Cosas de mi tierra”, lo grabaron en 1978, pero no en España, sino en Suiza, en una iglesia convertida en estudio por el ingeniero de sonido de los Rolling Stones, pq era un disco de canción protesta y Franco era capaz de levantarse na má que pa asustá. Tal era la calidad de este grupo que llegaron a grabar con la filarmónica de Londres, transformando las sevillanas en piezas sinfónicas. Pascual alzó el género de las sevillanas a un nivel que consiguieron que bailaran sevillanas hasta los gaditanos. El grupo recibió en 1988 en Düsseldorf el Premio a la mejor producción europea por su disco “Danza”. Pero la cabeza de Pascual iba al 15%, necesitaba crear más y escribió temas para Paloma San Basilio, Massiel, El Dúo Dinámico, la musiquita de Simago. Él no podía parar. En esta época ya tenía las gafa, la melena como Sandokan, recogida siempre en una cola, porque no vea el caló que da ese pelo con los focos y un bigote que si iba a una boda, se llevaba oliendo a gambas 3 semanas. A Pascual también le gustaba la Semana Santa más que a un Vasco levantá una piedra, así que no es extraño que parte de su creación artística estuviera íntimamente ligada al mundo de las cofradías. Bético de los de “Musho Beti, manquepierda” en 1985 compuso un himno, porque este equipo tiene más himnos que la sección de Kike, e inauguró el 1 de octubre de 2012 Radio Alcosa, que más quisiera Onda Cero que la hubiera inaugurado este genio. Se casó 3 veces y tuvo 4 hijos: Rocío y Pascual con su primera pareja, Elisabeth con la segunda y uno más con la tercera, María Dolores Vergés, llamado Cristofer, no el de Ganímedes que arreglaba las naves, otro que por el nombre parece que no lo buscaron. A Pascual le gustaba más una cama que una Saeta en un balcón de la carrera oficial, por eso no llegó nunca al buffet libre del desayuno del hotel. Tampoco llegó nunca a dar el pregón de Semana Santa, pero eso fue por otra historia, que ahora hasta un vicepresidente lleva coleta, pero antes estaba peor visto que contestarle a una persona mayor. Pascual era muy querido, en Sevilla o en donde lo conocieran, de gran corazón colaboraba siempre en cualquier acción benéfica que se le presentara, siempre cogía el teléfono, contestaba a los mensajes, mandaba felicitaciones de navidad y siempre saludaba. Desgraciadamente, el 6 de febrero de 2022, un bichito que tenía en la garganta se lo llevó a cantar sevillanas por encima de la Torre Pelli, aunque ustedes siempre podrán recordarlo cada vez que vean a un gaditano bailando sevillanas o haya un vicepresidente del gobierno con coleta.