Federico García Lorca en Las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

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Hoy recordaremos la vida del más grande e importante dramaturgo y poeta español del S.XX, Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca, que menos mal que los apellidos son bonitos, porque el nombre era pa mirar regulá a los padres. El pequeño Federico nació el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros, Granada, en una familia que no miraba el precio del aceite y vestían a los niños en invierno con pantalones cortos y calcetines altos. Fue el mayor de cinco hermanos, bueno 4, porque el segundo se lo llevó de chico una pulmonía; Bueno 3, pero no me quiero adelantar. Su madre, Vicenta, que era maestra, notó que el niño era más listo que Samuel L. Jackson en la Jungla de Cristal y más sensible que la pantalla de un iPhone nuevo, así que para que pudiera asistir a primaria se mudaron a Asquerosa, que con muy buen criterio le han cambiado el nombre a Valderrubio. En 1908, sin haber cumplido aún los 10 años, echa la matrícula pa un instituto en Almería, porque de más chico tuvo unos problemillas físicos que le dejaron los andares como a Robocop y encima Federico bailaba las sevillanas con las manos mejor que Sara Baras. Allí había un maestro, íntimo amigo de la familia, que le podía echar un ojillo y llevarle un bocadillo de emergencia, porque que le iban a quitar el bocadillo lo sabía hasta Rappel que no acierta ni con la llave de su casa en la cerradura. Para colmo a los 6 meses le salió un flemón que parecía que le había hecho una subida de pómulos el cirujano de Madona, así que tuvieron que volver a Granada porque el maestro lo podía defender de tó, pero no de que tuviera la cara como Mickey Rourke. En 1914 se matriculó en la Universidad de Granada para estudiar 2 carreras, Filosofía y Letras y Derecho y lo que más le gustó fueron los viajes de fin de curso. En 1919, cuando termina sus estudios en Granada se muda a Madrid, a la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Dalí, Luis Buñuel y Rafael Alberti, no como tú que conociste al Chino, al Largo y al Cabesa. En la Residencia estuvo hasta 1928, ¡Ojo! 9 años pagándole al niño la Residencia, que a los padres se le hizo más largo que Arrayán (Risa fuerte) Menos mal que en estos años Dalí le regalaba cuadros y Juan Ramón Jiménez lo que escribía en las servilletas cuando iba a desayunar. También es verdad que Federico escribiría sus cositas, como el Romancero Gitano, pero se puso triste porque no le gustó ni a Buñuel ni a Dalí. En 1925 conoció a Emilio Aladrén con quién mantuvo una intensa relación afectiva hasta que Emilio lo dejó por una mujer pa casarse, que lo de ser homosexual le molestaba a “esa gente de la que usted me habla” En esta época ya formaba parte de la Generación del 27, conocía a más intelectuales que Isabel Presysler y tenía las entradas como Gary Oldman en Drácula. Entre que la dictadura de Primo de Rivera lo censuraba y que llevaba la ruptura con Emilio peor que Chenoa, en 1929 se fue a Nueva York en el Olympic, que ya hay que tener ganas de quitarte de en medio pa montarte en el primo hermano del Titanic. Nueva York le provocó una mihita de angustia, no le gustaba cómo trataban a los negros, ni el capitalismo, ni beber batido de fresa con las hamburguesas. Escribió Poeta en Nueva York y tiró pa La Habana en marzo de 1930. En junio ya estaba er tío otra vez, aquí, en Madrid. Con la instauración de la Segunda República española en abril de 1931, Lorca vio el cielo abierto pa representar todas sus obras censuradas y regalarnos Yerma o La Casa de Bernarda Alba. El Ministerio de Educación financió La Barraca, un grupo de universitarios que representaba obras teatrales por ciudades y pueblos de España. Por fin Lorca tenía un proyecto propio; Tenía 33 años, pero todavía vivía con los padres. En 1933 se estrenó en Argentina Bodas de Sangre, triunfando más que una foto de Sabrina en Instagram y consiguiendo por fin la independencia económica pa alquilarse un partidito y comprarse un Ford Fiesta de segunda mano. En un año, Lorca trabajó más que Abascal en su vida y en la que le queda. Federico volvió a España en 1934, pero se movía más que el bisoñé de Trump con levante fuerte en el Estrecho: se fue a Barcelona, a Valencia, a Uruguay, con lo que me cuesta a mí coger el coche pa ir a Chiclana. Pero en 1935 se empieza a vivir en nuestro país una época de violencia e intolerancia dirigida contra personajes progresistas como Alberti o el propio Lorca, al que le mandaban WhatsApp con el emoji de la berenjena y le decían que “¡No debiera jugar al corro con ciertas <>!” Varios países le ofrecieron a Lorca el exilio porque lo que venía lo vio hasta Aramís Fuster, que no acierta ni a poner bien la tapa de la olla express. García Lorca rechazó las ofertas y cogió un tren para reunirse con su familia el 14 de julio de 1936, que ojalá hubiera cogido el tren en Extremadura para no haber llegado nunca a Granada. El 16 de agosto la Guardia Civil fue a buscarlo acusándolo de espía ruso, que es mu socorrío, de Masón, socialista y homosexual, aunque este motivo no lo entiendo muy bien porque entre los falangistas, fascistas, militares y la sección católica también hay muchos homosexuales, no tiene demasiado sentido. A lo mejor fue porque no lo escondió. O porque le dio calabazas al delegao de la FRANQUIcia en Sevilla, eso ya nunca lo sabremos. En la madrugada del 18 de agosto de 1936, le dieron pan con trazas de frutos secos y Lorca se murió porque era alérgico a las nueces. (Pausa) NO, que no os engañen, esta panda de imbéciles fusilaron en su mejor momento a nuestro mejor poeta por ser un peligro progresista para el nuevo régimen dictatorial que venía. Su cuerpo se perdió en una fosa común, pero ustedes siempre podrán recordarlo cada vez que un vidente no acierte ni con el USB a la tercera o alguien comente que la Ley de Memoria Histórica no sirve de nada.