Ven, Sígueme con Pepe Valle | Hechos 1–5 | Me seréis testigos

Ven, Sígueme con Pepe Valle de Central de las Escrituras - Un pódcast de José Valle - Lunes

¿Se ha preguntado alguna vez lo que habrá estado pensando y sintiendo Pedro, junto con los demás apóstoles, mientras tenían “los ojos puestos en el cielo” en tanto que Jesús ascendía hacia Su Padre? (Hechos 1:10). La Iglesia que había establecido el Hijo de Dios estaba ahora al cuidado de Pedro. La labor de dirigir la obra para “hace[r] discípulos a todas las naciones” recaía en Pedro (Mateo 28:19), pero si él se sentía insuficiente o tenía temor, no hallamos ninguna evidencia de ello en el libro de Hechos. Lo que sí hallamos son ejemplos de su valiente testimonio y conversión, de sanaciones milagrosas, de manifestaciones espirituales y de un significativo crecimiento de la Iglesia. Seguía siendo la Iglesia del Salvador, y seguía siendo dirigida por Él. De hecho, el libro de los Hechos de los Apóstoles también podría llamarse los Hechos de Jesucristo por medio de Sus Apóstoles. Guiado por el Espíritu en abundancia, Pedro ya no era el pescador sin instrucción que Jesús halló a orillas del mar de Galilea, ni era el hombre angustiado que unas pocas semanas antes había llorado amargamente por haber negado que conocía a Jesús de Nazaret. En el libro de Hechos podrá leer poderosas declaraciones acerca de Jesucristo y de Su evangelio; y verá, además, cómo ese Evangelio puede transformar a las personas, incluso a usted, en los valientes discípulos que Dios sabe que pueden ser.