Ven, Sígueme con Pepe Valle | Hebreos 1–6 | Jesucristo, “el autor de eterna salvación”.

Ven, Sígueme con Pepe Valle de Central de las Escrituras - Un pódcast de José Valle - Lunes

Cada uno de nosotros tiene que renunciar a algo a fin de aceptar el evangelio de Jesucristo: malos hábitos, creencias incorrectas, amistades malsanas u otras cosas. Para los gentiles de la iglesia cristiana primitiva, la conversión a menudo significaba abandonar los dioses falsos. Sin embargo, para los hebreos (los judíos), la conversión resultaba si no más difícil, acaso un poco más complicada. Después de todo, las creencias y tradiciones que tanto valoraban estaban fundadas en la adoración del Dios verdadero y en las enseñanzas de Sus profetas, que se remontaban miles de años en el tiempo. Sin embargo, los apóstoles enseñaban que la ley de Moisés se había cumplido en Jesucristo y que una ley superior era ahora la norma para los creyentes. ¿Significaría entonces que para aceptar el cristianismo los hebreos debían renunciar a sus antiguas creencias y a su historia? La epístola a los hebreos buscaba aclarar esos interrogantes enseñando que la ley de Moisés, los profetas y las ordenanzas eran importantes, pero que Jesucristo era superior (véanse Hebreos 1:1–4; 3:1–6; 7:23–28). De hecho, todas esas cosas señalan hacia Cristo y testifican de Él como el hijo de Dios y el Mesías prometido que los judíos habían estado aguardando.