Éter 1–5 | Estudio de las Escrituras con Pepe y Ariel
Ven, Sígueme con Pepe Valle de Central de las Escrituras - Un pódcast de José Valle - Lunes
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Si bien es cierto que los caminos de Dios son más altos que los nuestros y que siempre debemos someternos a Su voluntad, Él también nos alienta a que pensemos y actuemos por nosotros mismos. Esa es una lección que aprendieron Jared y su hermano. Por ejemplo, la idea de viajar a una nueva tierra que fuese “la más favorecida de toda la tierra” pareció comenzar con Jared, y el Señor concedió su petición, diciéndole al hermano de Jared: “Y así obraré contigo, porque me has suplicado todo este largo tiempo” (véase Éter 1:38–43). Asimismo, cuando el hermano de Jared necesitaba luz en el interior de los barcos que los llevarían a la tierra prometida, el Señor le hizo una pregunta que por lo general nosotros le hacemos a Él: “Qué quieres que yo haga… ?” (Éter 2:23). Él desea escuchar nuestros pensamientos e ideas, y nos escuchará y nos dará Su confirmación o nos aconsejará otra cosa. En ocasiones, lo único que nos separa de las bendiciones que procuramos es nuestro propio “velo de incredulidad”; y si podemos “rasg[ar] ese velo” (Éter 4:15), puede que nos sorprendamos de lo que el Señor está dispuesto a hacer por nosotros. Véase también “The Lord Appears to the Brother of Jared [El Señor se aparece al hermano de Jared]” (video), Biblioteca del Evangelio.