061724 - En Suciedad
Un Minuto Con Dios - Un pódcast de Dr. Rolando D. Aguirre
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¿Alguna vez te has sentido sucio? ¿Has querido bañarte, pero has tenido que esperar para hacerlo? ¿Cómo te has sentido una vez que finalmente has podido quitarte la suciedad? Bien, ¿verdad? Pero ¿qué hay de aquellos que están sucios en otras áreas y de otras maneras? Por ejemplo, el dicho: “No me hables bonito si me vas a jugar sucio”. Es decir, la suciedad externa se puede ver, pero la interna solo puede ser vista por Dios. Como dicen por ahí: “Las apariencias engañan”. La suciedad más grande de la que padece el ser humano se llama pecado. El pecado ha ensuciado nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar. Sin embargo, hay una solución para la suciedad del ser humano: la sangre de Cristo Jesús. Así como podemos quitar la suciedad externa, por más pegada que esté a nuestro cuerpo, también podemos limpiar lo sucio que hay en nuestros pensamientos y en nuestros corazones con la sangre de Cristo. Jesús promete limpiar todos nuestros pecados, transformar nuestras vidas, lavarnos con Su sangre preciosa y mantenernos cerca de Él. Solo nos pide que le demos nuestro corazón. Él desea limpiar lo que parece tan sucio y sin solución. La Biblia dice en Isaías 1:18, “»Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto —dice el Señor—. Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los haré tan blancos como la lana” (NTV).