Dios nos ama demasiado. Catequesis.

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«Dios no nos ama porque en nosotros hay motivos para ser amados. Dios nos ama porque El mismo es amor» Ninguno de nosotros puede vivir sin amor. Y una de las más feas esclavitudes en la que podemos caer es la de creer que el amor se merece. Seguramente gran parte de la angustia del hombre contemporáneo deriva de esto: creer que si no somos fuertes, atrayentes y bellos, nadie se ocupará de nosotros. ¿Es la vía de la “meritocracia” no? Tantas personas hoy día buscan una visibilidad sólo para colmar el vacío interior: como si fuéramos personas eternamente necesitadas de ser confirmados. Pero ¿imagináis un mundo donde todos mendigan la atención de los demás, y nadie está dispuesto a amar gratuitamente a otra persona? Imaginad un mundo así un mundo sin la gratuidad del querer bien. Parece un mundo humano, pero en realidad está enfermo. Tantos narcisismos del ser humano, nacen de un sentimiento de soledad. Y también de orfandad. Detrás de tantos comportamientos aparentemente inexplicables se esconde una pregunta: ¿puede ser que yo no merezca ser llamado por mi nombre; o lo que es lo mismo, no merezca ser amado? Porque el amor siempre te llama por tu nombre. El primer paso que Dios realiza en nosotros, es un amor que se anticipa, incondicional. Dios siempre ama el primero. Dios no nos ama porque en nosotros hay motivos para ser amados. Dios nos ama porque El mismo es amor, y el amor por su propia naturaleza tiende a difundirse, a darse. Dios no vincula su benevolencia a nuestra conversión: aunque ésta sea una consecuencia del Amor de Dios. San Pablo lo dice de manera perfecta: “Dios demuestra su amor hacia nosotros, en el hecho de que aunque éramos todavía pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom 5,8). Mientras aún éramos pecadores. Un amor incondicional. Estábamos lejos, como el hijo pródigo de la parábola: “cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio, tuvo compasión….” (Lc 15,20). Por amor hacia nosotros, Dios ha realizado un éxodo de Sí Mismo, para venir a nuestro encuentro, en esta tierra, dónde no era previsible encontrarle. Dios nos ha amado, aun cuando estábamos equivocados. Para cambiar el corazón de una persona infeliz, ¿cuál es la medicina? ¿Cuál es la medicina para cambiar el corazón de una persona que no es feliz? (responden: el amor) ¡Más fuerte! (gritan: ¡el amor!) ¡Muy listos!, muy listos, ¡todos muy listos! ¿Y cómo hacemos sentir a una persona que la amamos? Hace falta sobretodo abrazarla. Hacerle sentir que es deseada, que es importante, y dejará de estar triste. El amor llama al amor, de un modo mucho más fuerte de cuanto el odio llama a la muerte. Jesús no murió y resucitó para sí mismo, sino por nosotros, para que nuestros pecados sean perdonados. Así que es tiempo de Resurrección para todos: tiempo de levantar a los pobres de la desesperanza, sobre todo a aquellos que yacen en el sepulcro muchos más días de tres.  Sopla aquí, sobre nuestros rostros, un viento de liberación. Haz que germine aquí, el don de la esperanza. Y la esperanza es la de Dios padre que nos ama como somos: nos ama siempre, a todos. Buenos y malos. ¿De acuerdo? ¡Gracias! PAPA FRANCISCO, junio 14/2017. --- Support this podcast: https://podcasters.spotify.com/pod/show/solocatecumenos/support