1 hora y 20 minutos de cantos de Pentecostés del Camino Noecatecumenal

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Pentecostés es el envío del Espíritu Santo de parte del Padre. El nombre de la fiesta recuerda el acontecimiento sucedido según el relato de los Hechos de los Apóstoles, cincuenta días después de la Pascua. Cristo, una vez cumplida su misión regresa al Padre para que el Espíritu Santo descienda en persona sobre nosotros. Dice San Simeón: «Esta era la finalidad y el destino de toda la obra de nuestra salvación realizada por Cristo: que los creyentes recibieran el Espíritu Santo». Se trata, pues, de un icono trinitario. En Pentecostés la Santísima Trinidad viene a habitar en el hombre: «Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en Mí y Yo en vosotros» (Jn 14, 20). Pentecostés transforma al hombre de pecador en santo. Es la fiesta del nacimiento de la Iglesia, comunión entre los hombres. El Espíritu Santo hace aparecer sobre la tierra la revelación de la comunión celestial de las tres personas divinas. El milagro de las lenguas en el primer discurso de San Pedro lo atestigua. Las lenguas, que en un tiempo habían sido confundidas, como recuerda el episodio de la torre de Babel, ahora se unen en el conocimiento misterioso de la Trinidad. La comunión alcanza tal intensidad que no se trata ya de un conocimiento a través de la lengua, sino de un hablar de espíritu a espíritu. Los apóstoles sentados forman un arco. Todos están en el mismo plano y son del mismo tamaño, es la armonía de la unidad, don del Espíritu Santo. El icono subraya el relato de los Hechos: «Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos» (Hch 2, 3). Cada apóstol recibe “personalmente” una lengua de fuego. El Espíritu Santo se da en modo único y personal a cada uno. Él es el que diversifica y hace a cada uno “carismático”, sin por ello crear un relativismo caótico. La unidad en la diversidad es sólo posible cuando el Espíritu Santo actúa. Pentecostés no es la encarnación del Espíritu, sino la efusión de los dones, que comunican la gracia a los hombres, a cada miembro del Cuerpo de Cristo. Oremos: "Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones; derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar ahora en nuestro corazón aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación apostólica." AMÉN. --- Support this podcast: https://podcasters.spotify.com/pod/show/solocatecumenos/support