12.12.23 Antonio Turiel en La Cafetera: “No hay idea más ridícula que pensar que uno puede crecer infinitamente en un planeta finito”

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Cuando la COP28 parece estancada y la presidencia -en manos del petroproductor Emiratos Árabes- se resiste a eliminar definitivamente los contaminantes combustibles fósiles, empujando únicamente a una simple reducción de su uso, en La Cafetera nos preguntamos: ¿hay alguien al mando en este planeta? ¿No va siendo hora de empezar a hablar de decrecimiento? Y conversamos sobre este concepto, que recientemente incluso ha mencionado la Reino Letizia, con el científico Antonio Turiel, que lleva años defendiendo la necesidad de abrir el debate sobre el decrecimiento. Advierte de que es algo que vamos a tener que hacer «sí o sí», tras haber alcanzado la capacidad máxima de producción de petróleo, carbón, uranio o gas y con los problemas ambientales generados, especialmente el cambio climático. Y apunta: «la clave es como lo hacemos para preservar el bienestar». «No hay idea más ridícula que pensar que uno puede crecer infinitamente en un planeta finito» El científico @amturiel explica en La Cafetera qué es el ‘decrecimiento’#LaCafeteraHaganAlgoCopon La Cafetera: https://t.co/bDQqZOzFxr Hazte mecenas: https://t.co/ug3QM2dkJi pic.twitter.com/9O5E1DlgJt — La Cafetera (@radiolacafetera) December 12, 2023 Antonio Turiel es doctor en Física Teórica, experto en recursos energéticos e investigador del CSIC y explica que el concepto de decrecimiento se fundamenta en la necesidad de vivir dentro de los límites del planeta, porque la cantidad de recursos es limitada y también lo es la capacidad de absorber los residuos que se generan. Y apunta: «el decrecimiento busca adaptarse a estos límites y la idea es garantizar que se mantiene el bienestar y niveles de vida semejantes a los que tenemos hoy en España, pero consumiendo muchos menos recursos». Defiende además que el decrecimiento «es una necesidad» porque ya hemos llegado a la capacidad máxima de producción de petróleo, de carbón, de gas o de uranio y además se ha generado el problema del cambio climático. Asegura: «El decrecimiento vamos a tener que hacerlo sí o sí y la clave es como lo hacemos para preservar el bienestar». El investigador del CSIC subraya eso sí que es algo que deben hacer los países ricos, no los más pobres y rebate algunas de las críticas que recibe el concepto: «Hay gente que trata de ridiculizarlo, pero no hay idea más ridícula que pensar que puedes seguir creciendo infinitamente en un planeta finito. Y sin embargo esta es la idea que domina el pensamiento económico mundial». En este sentido señala que existe una necesidad de ridiculizar el decrecimiento porque atenta conta las bases mismas del capitalismo que son el crecimiento y el pago de intereses. En particular señala que el sistema financiero no puede existir con el decrecimiento y por ello es el que se opone con uñas y dientes al concepto. Aunque Turiel sostiene que es posible, con los recursos y el conocimiento técnico que ya tenemos, hacer «mucho mejor» las cosas y lo ejemplifica con un dato: «El 40% de todo el petróleo que se consume en el mundo, se utiliza para mover petróleo, carbón y gas. El sistema es tremendamente derrochador, porque lo que interesa es producir y consumir cada vez más rápido. Pero lo que hay que hacer es producir para satisfacer las necesidades». El científico aborda la necesidad de prescindir de los combustibles fósiles y advierte de la falacia de que se pueda usar la energía nuclear como alternativa ante el pico de producción de uranio alcanzado. Y comenta, con humor, su reacción tras saber que la Reina Letizia había hablado de él y del decrecimiento: «me sorprendió muchísimo y al principio hasta me asusté. La monarquía no parece un ejemplo de decrecimiento, por su propia concepción. Pero creo que son conscientes de que hay un debate en la calle y que es insoslayable». En este sentido considera que la Reina fue «bastante más inteligente» al plantear la cuestión que quienes estaban con ella y cuya reacción Turiel califica de «bochornosa, poco informada y arrogante».[...]