Ser como niños para entrar en el Reino de los Cielos
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13/08/2024 – Jesús nos invita a ser como niños, humildes y sencillos, para entrar en su Reino. “En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: “¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?”. Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos”. Mateo 18,1-5 1. Vivir el momento presente El niño vive con plenitud el presente y nada más. En cambio, la enfermedad de los adultos es vivir con excesiva inquietud por el mañana, dejando vacío el hoy, que es lo que debe vivir con toda intensidad. Los niños tienen la capacidad de hacer de la vida una eternidad, en dónde sólo existe el presente. Lo viven con la intensidad propia de quienes viven en el amor cada segundo. Van Thuan nos ha dejado un testimonio desde su prisión de cómo vivir el momento presente. “Cuando era trasladado para ser arrestado, durante el trayecto de 450 km que me lleva al lugar de mi residencia obligatoria, vinieron a mi mente muchos pensamientos confusos: tristezas, abandono, cansancio, después de tres meses de tensiones… Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra que Mons. John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: “He pasado la mitad de mi vida esperando”. Es una gran verdad: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor”. Que interesante la vivencia y cómo se dispone Van Thuan a vivir un presente que se le muestra sumamente doloroso y exigente. A él se le viene a la memoria la experiencia de otro que pudo sobreponerse. Y eso es lo que queremos compartir hoy. Cuántas cosas nos ocupan el corazón, y la mayoría de las veces tiene que ver con la incertidumbre del futuro o los arañazos que la vida nos dejó en el pasado y nos hacen tambalear. La idea sería abandonar la experiencia de atrás como quien lo mira integrándolo y pensar en el mañana concentrándonos en el hoy. Entonces es bueno detenernos hoy frente a nuestra propia agenda y marcar cada actividad con aquello que la Palabra dice “Hoy es el día de salvación”. Ayer pasó, y el mañana todavía no llegó. Cuando en el presente tenemos una memoria agradecida, lo que traemos se asume enriqueciendo el presente. 2. Despertar la espiritualidad de la ternura Los que son como niños, nos dice elevangelio, viven en esa clave, viven anticipadamente el cielo, vivien la eternidad desde ya. Uno podría decir “pero si hoy mi vida es un infierno”… ¿cómo salir? También la palabra nos dice “como un niño en brazos de su madre así te cobijo y te llevo”. Todos, aún los que somos grandotes, tenemos registro y necesidad de que nos hagan “upa” y de sabernos amados. Dicen que esos momentos de mayor crisis de la condición humana como el encierro, la tortura, la persecución, la cárcel, una enfermedad extrema… la primera expresión que sale desde el insconsiente es “papá” o “mamá”. Todos, a pesar de que hemos crecido, tenemos necesidad y registro de este lugar al que pertenecemos aunque seamos grandes, que es el lugar del abrazo y de la ternura a donde Francisco nos invita en este tiempo de la Iglesia a renovarnos desde ésta espiritualidad. No nace de un corazón que se hace “blandengue”, sino de un corazón que teniendo consciencia de la propia fragilidad y las propias heridas se deja amar por Dios.