María en Guadalupe nos reúne
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12/12/2024 – En el día de la Virgen de Guadalupe compartimos la catequesi del día junto al padre Javier Soteras: Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá.Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas.¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!»María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor,y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me dirán feliz.El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre!Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia.Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes.Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes.Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías.Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes para siempre. Lc. 1 39-55 María visita a Isabel; María visita en Guadalupe a Juan Diego En estas dos visitas, a Isabel y a Juan Diego, las motivaciones son las mismas: hay una necesidad grande de su presencia, que invita a María a acercarse allí donde están los que sufren y esperan en el Señor.El Ángel se lo ha dicho: tu parienta Isabel también va a tener un hijo y ya está en el sexto mes. María también mira el dolor del pueblo que nace de la fusión y el mestizaje de dos culturas. Allá, es el gozo y la alegría que traen la paz a la anciana Isabel. Por aquí, por estas tierras, su presencia pacifica. Su presencia es para que se quede grabada en la tilma de Juan Diego y en el corazón de todo el pueblo de esta bendita tierra americana. En la casa de Isabel, la visita es alegría. Se alegra el niño, Juan el Bautista, que está en el vientre de Isabel y salta de gozo ante el saludo de María: “Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre”.Se alegra María, en el clima de gozo que supone el encuentro fraterno, y canta entonces ella la grandeza del Señor porque miró con bondad la pequeñez de su servidora. En el monte Tepeyac se presenta la firme ternura de su amor. En Guadalupe, la presencia de María es alegría tierna y firme. Así le habla María, en Guadalupe, a Juan Diego: “Hijito mío, Juan Diego, a quien amo tiernamente, como a un pequeño y delicado, ¿a dónde vas?” En el peregrinar que la llevó a la casa de Isabel y Zacarías, María es portadora de la alegría con la que Dios ha visitado a su pueblo. Ésa que después se va a propagar por todas partes cuando nazca el Niño. Ahí será el gozo que se le comunique, a través de los ángeles, a los pastores que están metidos entre sus tareas en la noche y que luego se acercarán a ver al Niño que está envuelto en pañales. Ésa misma alegría que se puede contemplar en José cuando ve nacer al Niño. Todo es alegría mientras Dios está metido en medio de nuestras cosas, y María es la fiel testigo que guarda todo en su corazón. En el Tepeyac entre la ternura de Dios que queda grabada con su imagen en la tilma de Juan Diego se inicia un camino de alegría en medio de las penurias de ese pueblo. María, una madre llena de ternura En el contexto del Tepeyac, es la ternura lo que identifica el estilo mariano de la comunicación con Juan Diego, el más pequeño de sus hijos.