Juan el Bautista, prepara el camino
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07/02/2025 – Juan el Bautista fue elegido por Dios para preparar el camino delante de Jesús, y lo ha presentado al pueblo de Israel como el Mesías, “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (cf. Jn. 1,29) de quien él no era digno de desatar los cordones de sus sandalias. Juan se dedicó por completo a Dios y a su enviado, Jesús El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: “Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos: Otros afirmaban: “Es Elías”. Y otros: “Es un profeta como los antiguos”. Pero Herodes, al oír todo esto, decía: “Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado”. Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue a preguntar a su madre: “¿Qué debo pedirle?”. “La cabeza de Juan el Bautista”, respondió esta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.Mc 6,14-29 . Pero al final ¿qué fue lo que pasó? Murió por la causa de la verdad, cuando denunció el adulterio de Herodes y Herodías. ¡Cuántas personas pagan un alto precio por su compromiso con la verdad! ¡Cuántos hombres justos prefieren ir contra la corriente, para no negar la voz de la conciencia, la voz de la verdad! Tantas veces en el ámbito de lo público es la consciencia de una sociedad toda representada en esa persona que denuncian y testifican, y que en muchos casos mueren por esa causa. ¡Personas rectas, que no tienen miedo de ir contracorriente! Y nosotros, ¡no debemos tener miedo! Que no sea el ninguneo, el cajoneo, la noticia que va perdiendo fuerza lo que acalle la consciencia de un pueblo que tiene que despertar a la verdad clamando por justicia, de modo que el orden de lo nuevo sea realidad en medio de nosotros. En algún lugar se cobra vidas cuando la verdad se manifiesta con tanta crudeza cuando sale a la luz. Cuando esto ocurre, y se va desenredando la maraña de mentiras, no hay forma que haya vuelta atrás. No se puede tapar el sol. La verdad, al final se impone. Esto es lo que hace Juan el Bautista; prepara los caminos del Señor. Si quien ejerce la autoridad vive bajo el signo de la corrupción, también allí ha de expresarse con verdad lo que ocurre. La suerte de Juan el Bautista está echada: él ha aclamado con fuerza la verdad, el poder se sacude. Cuando se entrega la vida por la verdad esta no es infecunda, sino que se multiplica y produce mayores frutos, dirá el Papa Francisco.