El misterio de Dios en la sencillez

Radio Maria Argentina - Un pódcast de Radio Maria Argentina

03/12/2024 – El Evangelio nos invita a hacernos a lo sencillo, a lo cotidiano poniendo allí nuestra atención, nuestro corazón, esperando en Dios la gracia de una presencia nueva que te renueve y te permita estar de una manera nueva en el mundo, abierto/a a la espera de un Dios que viene y está cercano. “En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!»”. Lc 10,21-24 Para esperar la llegada de Jesús en este tiempo en medio de dificultades, necesitamos levantar la mirada y abrirnos a las expectativas de lo hermoso que se nos aproxima y que no terminamos de animarnos a terminar de creer. En este tiempo de Adviento queremos abrirnos a la verdadera felicidad, la que nos trae el niño envuelto en pañales. Nos conectamos con la expresión gozosa de Jesús, su alegre experiencia que se hace alabanza al ver al Padre Dios haciendo presente el misterio entre los pequeños y sencillos: “”Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños”. Queremos sintonizar con esa dimensión interior de gozo y alegría con la que Jesús alaba y bendice al Padre por esta posibilidad de ver que la revelación se manifiesta entre los pequeños. Y esta experiencia nos lleva a reflexionar sobre el inmenso valor de las cosas de todos los días. Para poder entrar en esta dimensión de gozo y alegría que nos saca de la rutina y el aburrimiento, con Jesús nos detenemos en el inmenso valor de las cosas de todos los días. Una clave para no aburrirse es no quitarle valor a nada, no restarle importancia a las cosas por más insignificantes que nos parezcan, no desperdiciar ninguna tarea ni actividad, todo tiene su valor y peso. Quizás sea necesario quitarle valor a nuestra estructura mental que nos dice que “sólo algunas cosas valen la pena para jugarnos la vida y no todo”. Hay miles de cosas que valen la pena, ¿cómo reconocerlas y vivirlas cuando no podemos disfrutar nada?. No se logra haciendo fuerza, tampoco se logra imponiéndose una obligación. La posibilidad de gozar, sintonizando con la experiencia de Jesús, se logra cuando uno aprende a relajarse. Es dedicar tiempo y atención cariñosa a eso que la vida nos ofrece para adelante y saber disfrutar interiormente ese momento. Si uno está tenso, inquieto, preocupado, el cuerpo mismo se llena de resistencia y entonces el nerviosismo nos crispa la musculación, la mirada, el gesto y ponemos la cabeza en otro lugar lo que nos imposibilita darle importancia a quien tenemos al frente. Necesitamos de esta capacidad de poder estar donde estamos gozosos y alegres. Es una capacidad interior que necesitamos aprender a desarrollar, y eso es relajarse, no desentenderse ni huir. Relajarse es saber estar bien en el momento en que estamos en lo más fragoroso de nuestra tarea o servicio. Hacer foco y entregarse a una cosa por vez La sensación interior de inquietud a veces no nos permite valorar nada. Estamos inquietos y alborotados interiormente que en términos de discernimiento le llamaríamos estar con “inquietudes varias”,