Discernir el tiempo presente: el llamado de Jesús a leer los signos
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25/10/2024 – Jesús nos invita a ir más allá de lo visible, discerniendo en nuestro interior los movimientos que nos acercan o alejan de su voluntad. A través de la consolación y la desolación, San Ignacio nos ofrece herramientas para reconocer la voz de Dios y vivir cada día en sintonía con su presencia en nuestras vidas. Jesús dijo a la multitud: “Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.” San Lucas 12,54-59. 1. Discernir los movimientos Jesús en el evangelio de hoy nos dice que nos falta esa inteligencia que percibe la realidad de las profundidades para revelarnos el sentido de las cosas. Es importante para caminar por donde Dios nos quiere conducir estar atentos a lo que nos pasa por dentro, tomar registro y saber leer su significado.Existen en nosotros dos experiencias muy fuertes en lo más profundo de nuestro ser si vivimos en sintonía con lo que nos ocurre, si no estamos dispersos, No hace falta mucha introspección sino sólo darse un tiempo para percibirse y conectarse con la realidad de lo que nos pasa y pasa. A veces cuando los acontecimientos que traen diferentes afectos, ideas y movimientos nos atropellan y necesitamos tiempo y una sana distancia para el encuentro con lo más íntimo de nosotros. Es importante el silencio interior. Entre esos movimientos, San Ignacio distingue dos: por un lado se da la consolación, que proviene del buen espíritu, por otra parte la desolación que se origina en el mal espíritu. San Ignacio describe ambas, pero para la consolación es menos lo que dice. Sólo pone dos consejos para los consolados, indica sin embargo mucho más para los desolados a lo que describe como una oscuridad en el alma, turbación, atracción por cosas bajas y mundanas, inquietud abundantes, variadas agitaciones y tentaciones que mueven a desconfianza, desesperación y como una mirada fea de las cosas. El alma se encuentra, cuando uno está desolado, toda floja, toda tibia, como separada de todos y de Dios también.A una monja que experimentaba esta desolación interior, San Ignacio le describe las características de la desolación en una carta que le escribe: “El enemigo nos hace desviar de lo que hemos comenzado, trata de tirarnos abajo en el ánimo, en nosotros hay tibieza sin saber por qué estamos de este modo, no podemos rezar con devoción ni hablar ni oír cosa de Dios con gusto interior. Sentimos como si todos fuéramos olvidados de Dios, venimos a pensar que en todo estamos lejos de Dios, lo hecho y lo que querríamos hacer nada tiene sentido, todo es como si cayera en el vacío, nos trae a desconfiar de todo”.Consolación y desolación son las dos señales interiores que aparecen en el corazón: la que viene por el lado del consuelo para seguirlas, y las que vienen de la desolación no darles lugar y sacarlas afuera porque son malas consejeras. Ignacio da sólo dos indicaciones para los que están consolados; que estén atentos para que cuando venga el tiempo de la desolación los encuentre bien parados, (ha de pensar el que está consolado cómo hará cuando esté desolado) y también Ignacio, en el momento de la consolación pide no apurarse en tomar decisiones que sean de una excesiva generosidad,