96 - Al Rojo Vivo - Raoul Walsh - La gran Evasión.
Podcast de La Gran Evasión - Un pódcast de La Gran Evasión
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Edición 96 de La gran Evasión. “¡Mira, mamá! ¡Estoy en la cima del mundo!”. Y la cima del mundo explota porque el fuego se lanza en pos de alguien de su condición. La rabia y el odio se consumen en él, mezclados con la neurosis, con el complejo de Edipo y, sobre todo, con la traición de quien se supone que es un amigo. Cody Jarrett es un asesino, no tiene piedad, no guarda ni el más mínimo aprecio por la condición humana pero, dentro de él, hay muchos traumas, demasiados cariños sin destino, algunos engaños de una infancia que no se intuye como muy feliz. Y el traidor…el traidor…el amigo que se había ganado la confianza de la bestia y, al final, sin ningún escrúpulo, abandona toda consideración para entregar al delincuente. Malditos infiltrados, no tienen en cuenta de que los malvados también tienen sentimientos. Y es que, incluso en el amor, no ha habido más que aprovechamiento. Un poco de sexo a cambio de un montón de caprichos. Luego, el miedo y la certeza de que, por ahí, acabará el destino. Las mujeres, salvo quien da la vida, no son más que decepciones teñidas de rubio. Un par de ojos bonitos, unos labios sugerentes y lo siguiente siempre es una petición. Quitárselas de encima es lo peor. Menos mal que mamá está ahí, siempre dispuesta a consolar, a acunar en los brazos crueles del origen más sórdido que, al fin y al cabo, es el único lugar en el que Cody se siente a gusto. Malditas mujeres, no tienen en cuenta de que los malvados necesitan llorar. La policía anda tras él y ese tipo nuevo, Vic Pardo, que se cree muy listo, quiere trepar rápido al lado de Cody. Demuestra su lealtad y hace un par de favores y, sobre todo, maldita sea, escucha. Sabe escuchar. Y le da exactamente igual. Vic Pardo se transforma en Hank Fallon y entonces se acabaron las contemplaciones. Ya no hay tiempo para escuchar, solo para apretar el gatillo y hacer que todo vuele por los aires. La traición prospera. Cody está condenado. Y eso ocurre porque mamá no está si no, ella no hubiera dejado que un advenedizo se saliera con la suya. Malditos policías, una vez que cogen la placa ya no saben dónde se halla el verdadero amigo. Raoul Walsh dirigió con un ritmo endiablado a James Cagney y Edmond O´Brien para contar la historia de un psicópata que tiene demasiadas heridas abiertas y que dejan entrever, allí, muy al fondo, la verdadera naturaleza del ser humano que late siempre por debajo del más horrible de los hombres. El rechazo continuo fabrica asesinos. Y Walsh no deja de mostrar sus simpatías hacia ese personaje cruel y desolador que, a la hora de morir, solo ruega por el orgullo delante de su madre. La sangre es muy fuerte dentro de ese Cody Jarrett que cobra vida bajo el rostro de Cagney con tantas enfermedades mentales que nos llegamos a preguntar hasta qué punto los demás podemos considerarnos sanos. César Bardés Esta noche disparamos por la espalda y atenuamos la migraña con el Bourbon de mamá en Radiópolis... José Miguel Moreno a la dirección, Raúl Gallego, y Elio Cubiles.