47 - BraveHeart -Gibson-. La Gran Evasión.
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Edición número 47 de La Gran Evasión, 28/7/2015. BraveHeart, Mel Gibson en 1995 nos traía este drama épico de 3 horas, lleno de amor, batallas, gloria....Aventuras al más puro estilo del cine clásico, de Mann, de Kubrick, incluso de Curtiz...pero más crudo y violento. Un relato sobre la lucha por la libertad, ya sabemos que la única lucha que se pierde es la que se abandona... con escenas de acción magistrales y una romántica historia de amor que la encumbró con cinco Oscars, nada menos. La historia puede interpretarse como un discurso nacionalista, nada más lejos de la realidad (y mucho menos en la Edad Media), lo vemos más bien como un canto revolucionario, una lucha contra todos los tipos de tiranías, de opresión, hoy, son financieras, antes eran de clases sociales, ó rebeliones de súbditos contra reyes, tiranías todas, al fin y al cabo, igual de injustas siempre para los mismos, para el pueblo, para los que no tienen nada...... sólo un rescoldo de esperanza, que puede prender y convertirse en un fuego abrasador con una simple chispa de libertad, por eso los tiranos temen tanto las revueltas de los pueblos. El príncipe heredero, Eduardo II, Peter Hanly, nos es mostrado como un ser endeble, con una latente, sugerida y más que probable homosexualidad. (Un tabú hasta hace poco) Pero Patrick McGohan borda su papel de villano, el Rey Eduardo I, Longshanks. Sophie Marceau, Isabel I es el contrapunto que suaviza la película debido a los excesos, a los paroxismos violentos en las secuencias bélicas. Esa violencia angustiosa, tan directa como la de Peckinpah, pero menos elegante, Gibson la hace explícita al máximo, difícil de soportar, pero al relato lo vuelve incluso más real, nos hace ver que el sufrimiento humano no tiene parangón, nos hace sentir cada golpe, cada mandoble, incluso demasiado...Luego atempera con elegancia y discreción, mostrándonos momentos íntimos de amor y sensualidad que remarcan aun más la fragilidad de lo que somos....de esta masa de sangre, huesos y visceras que son los hombres, como la noche de bodas de los amantes en el bosque, intima, suave, pudorosa, sensual, elegante, memorable....Romanticismo y Batallas truculentas se dan la mano. En definitiva nos encontramos ante todo un clásico moderno, que ya está grabado en la memoria colectiva del cine con secuencias inolvidables.... Secuencias como la arenga del líder escocés a sus hombres son espléndidas, influenciada claramente por el Enrique V de Shakespeare y su discurso del día de san Crispin, la espada ensangrentada con el crespón de su clan balanceándose al viento, el mítico grito de libertad, las miradas de William a Murron...la intimidad de los amantes..... Pocas veces hemos visto pueblos celtas y la vida escocesa del siglo XIII con tanto encanto y tanto realismo y crudeza como aquí. Contribuye también a eso la espléndida fotografía de John Toll (segundo Oscar consecutivo tras Leyendas de Pasión), unido a la bella partitura de James Horner. Gibson sabe rodearse de gente de primer nivel, y se levanta así un proyecto de fuste y empaque, teniendo en la memoria siempre a Espartaco ó al Cid, sabe enamorarse y enamorarnos de la historia que cuenta, sabe electrizar y conectar con los espectadores, provocar con sangre y apaciguar con delicadeza....la previa de la batalla de Stirling, cuando llegan sus jinetes y se dispone a animar a las tropas con su discurso, desprende una emoción épica como pocas veces hemos visto en una pantalla de cine. Y la batalla, en sí misma, es un esfuerzo visual enorme, magníficamente rodada. Emociona la intensidad y la profundidad de las relaciones entre los personajes, como con Robert the Bruce (Angus MacFadyen), poco a poco van calando las palabras de Wallace, su causa, su ardor convierten a Robert en un aliado, aunque su pragmático padre mueva los hilos y traicione, mienta, y confabule para perpetuar la corona o conseguirla, (como hacen todos los reyes), ese grado de admiración, ese odio a su padre corrompido en cuerpo y alma, harán que ya nunca más se equivoque de bando.... La relación con Hamish (Brendan Gleeson) el eterno escudero, su lugarteniente y su amigo, cuando le dice que el lucha con ese arrojo porque cree que Murron lo ve, "no lo creo lo se, y tu padre también te ve a ti", maravillosa relación, de admiración, de respeto y de amistad Destacar a la bellísima y exquisita Catherine McCormack, una Murron inolvidable, esas miradas con Gibson, con Wallace se quedan con nosotros, sin remisión. su sangre se mezcla con la nuestra. Wallace pasa a ser mártir, Gibson mezcla también lo formidable con lo mitológico, con la leyenda, como ese grito final de ¡Libertad!. Gibson convierte a Wiliam en un Jesús que se entrega, que se sacrifica por una causa mayor, mientras es escupido y apaleado, purificado a través del dolor... Es muy hermoso cuando ve a Murron entre la multitud, tiene ese toque, ese perfume de artista, ese momento que no olvidamos, el pañuelo que cae, el hombre muere y el mito se levanta, nace la leyenda.....poesía. Gritamos Libertad aunque nos torturen, rememoramos el espíritu de un hombre que se negó a rendirse, y se empeñó en amar más allá de la muerte, con el aliento de Escocia en una petaca y este discurso flotando en el ambiente.... José Miguel Moreno a la dirección, contertulios Isabel Moncada, Gervi Navío y Raúl Gallego. “Luchad, y puede que muráis. Huid y viviréis… un tiempo al menos. Y cuando estéis en vuestro lecho de muerte dentro de muchos años, ¿no cambiaréis todos los días desde aquí hasta entonces por una oportunidad, sólo una oportunidad, de volver aquí y decir a nuestros enemigos: Pueden quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán… ¡¡La libertad!!” - William Wallace