393 - Érase una vez en América - Sergio Leone - La gran Evasión

Podcast de La Gran Evasión - Un pódcast de La Gran Evasión

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“Me resbalé”. Un resbalón del benjamín de la banda y un disparo letal, a partir de ahí llegará la venganza, y después la cárcel. Todo puede estropearse en una fracción de segundo. La vida de Noodles -Robert De Niro- se refleja contra el techo del fumadero de opio. Él se ríe, se acuerda de momentos mágicos como su querida bailarina danzando en la trastienda del bar, de sus andanzas con Max – James Woods´-, su amigo, y su rival. Otros instantes serán más duros. Noodles lo va perdiendo todo, es el traidor traicionado. está arruinado, no le queda nada, ni su chica, ni sus amigos, ni el maletín que guardaba en la estación, le pide al taquillero que le dé el billete para el próximo autobús que parta, adonde sea, un billete solo de ida para Buffalo. Leone realiza su último film antes de morir, un verdadero poema de nostalgia y pérdida sobre unos personajes y una época. Un grupo de golfos cruza la avenida con el puente de Manhattan al fondo, una estampa del Nueva York del siglo XX. Leone irá saltando entre tres etapas, los años 20, la ley seca, los 30, y el regreso de Noodles en los años 60, cuando se le reclama para saldar una cuenta del pasado. Aclamada en su proyección en Cannes, sufrió amputaciones y destrozos por parte de la distribuidora en EEUU que desequilibraron el producto final para siempre. Se cortó la película y cambiaron su estructura de flashbacks y saltos en el tiempo para darle un orden cronológico lineal. La magia de la narración y la cohesión se perdieron. Incluso viendo el montaje del film exhibido en Cannes en 1984 uno percibe ciertas inconsistencias y falta de desarrollo en personajes con menos sustancia de la que deberían tener, como el sindicalista -Treat Williams- o los mafiosos italianos Joe Pesci y Burt Young. Sus partes eran mucho más largas en la versión original de más de seis horas que Leone pretendía en un principio. Excepcional la ambientación del barrio judío, la factura técnica, a fotografía de Tonino Delli Colli, la emoción que Leone destilaen cada toma, en cada mirada. Acompañamiento perfecto el de la música inmortal de Morricone, la flauta de pan que recuerda la infancia pobre de Noodles, todo lo vemos a través de sus andanzas. El chaval que se esconde en el inodoro del bar del amigo para espiar a su hermana, a Deborah – estupenda Jennifer Connelly, después será Elizabeth McGovern - , que danza con su ambición de ser bailarina para poder huir de allí, de ese barrio de fango y humo. Esta noche devoramos un pastel de nata en el descansillo de Peggy… Zacarías Cotán, Salvador Moreno y Raúl Gallego