192 - La vida de Brian -Terry Jones- Monty Python. La gran Evasión.
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Una banda de heavy metal se preguntaba allá por los ochenta si se podría jugar con la locura, perderle el miedo y sacar tajada de la situación, En un mundo en que nadie parece actuar de forma cuerda hay que buscar el sentido de las cosas y quizá la solución sea ponerse del lado de los chiflados. Esta respuesta ya la proyectaron en la pantalla mucho antes Stan Laurel y Oliver Hardy, Chaplin, Harold Lloyd o Los hermanos Marx. Mirar para otro lado y hacer como si nada ocurriera, así uno sostiene el peso de la cruz con más facilidad, tomarse las cosas con calma. Brian no se da cuenta de todo esto hasta el final, su compañero de crucifixión le comenta que cuando todo vaya mal, junte los labios y silbe, porque la vida es una mierda y la muerte un chiste, lo que hay que hacer es disfrutar del show. Brian no quiere ser el Mesías, solo pretende hacer algunos amigos, pertenecer a un grupo, formar parte del Frente Popular de Judea y planear un golpe contra los romanos, malditos sean, que son unos represores y unos tiranos, aunque Mandy, esa madre desquiciada que no para de hablar y le encanta arrojar piedras en las lapidaciones, le cuente que su padre es un soldado romano que la engatusó. Los Monty Python volvieron a desternillar al respetable con la vida de un torpe en Judea en el siglo I de nuestra era, un infeliz que se verá envuelto en un entuerto sin vuelta atrás, la gente cree que es el mismísimo hijo de Dios. Los genios británicos del humor absurdo encadenan una serie de sketches siguiendo esta trama tan disparatada como la de su anterior película, Los caballeros de la mesa cuadrada, esta vez sobre la leyenda de Arturo y el Santo Grial. Con el rodaje y distribución de La vida de Brian tuvieron más problemas, la tacharon de blasfema, la prohibieron en las salas de varios países, al final ganaron la batalla del fanatismo por un detalle, no estaban representando la vida de Jesucristo, sino de un infeliz que nació en el portal de al lado. Después llegó Scorsese con La última tentación de Cristo. La genialidad brota de estos seis cómicos, John Cleese quiso ser el protagonista en un principio, hizo del inolvidable centurión desgarbado y del inútil líder del partido revolucionario, Michael Palin, vaya Poncio Pilatos gangoso, Eric Idle, compositor del mítico final sonoro, Terry Gilliam, encargado de la animación inicial y de la surreal escena de la nave espacial, Terry Jones, director del film y la terrible madre que echa la bronca aunque uno esté siendo crucificado, y Mister Graham Chapman, fantástico en su rol protagonista. Años después aparecería en aquel video clip de los Iron Maiden, Can I play with madness? Los Monty Python demostraron que ellos sabían perfectamente jugar con la locura y ganar la partida. Raúl Gallego Esta noche silbamos optimistas y miramos el lado luminoso de la vida.... El chaval José Antonio Zabaleta y otros dos chavales algo más creciditos, José Miguel Moreno y Raúl Gallego.