DIA 61 - Los Espías

La Biblia en Un Año (con el pastor Julian G.) - Un pódcast de Julian Gamba

Hoy estaremos leyendo Números 13-14, Marcos 15: 33-47 y el Salmo 44: 9-17. En Números 13 y 14, Moisés envía a doce espías a explorar la tierra prometida. Diez de ellos regresan con un informe pesimista, llenando al pueblo de temor:"No podemos ir contra ellos. ¡Son más fuertes que nosotros!" (Números 13:31, NTV).Solo Josué y Caleb creen en la promesa de Dios y animan al pueblo: "Si el Señor se agrada de nosotros, nos llevará a salvo a esa tierra y nos la entregará" (Números 14:8, NTV). Sin embargo, el pueblo se deja dominar por el miedo y murmura contra Dios. Como consecuencia, Dios declara que esa generación no entrará en la tierra prometida, excepto Josué y Caleb.Este pasaje nos enseña que la incredulidad nos roba las promesas de Dios, mientras que la fe nos permite avanzar en Su voluntad. Reflexiona: ¿Estás confiando en las promesas de Dios o permitiendo que el miedo te detenga?En Marcos 15:33-47, llegamos al momento más impactante de la historia: la muerte de Jesús en la cruz. En el versículo 34, Jesús clama: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Marcos 15:34, NTV). Este grito refleja el peso del pecado que Jesús cargó en nuestro lugar. En el versículo 37, leemos: "Entonces Jesús lanzó un fuerte grito y expiró" (Marcos 15:37, NTV).El velo del templo se rasga en dos, simbolizando que ahora tenemos acceso directo a Dios por medio de Cristo. José de Arimatea pide el cuerpo de Jesús y lo sepulta, cumpliendo las Escrituras. La cruz nos muestra el amor incondicional de Dios, quien entregó a Su Hijo para nuestra salvación. Reflexiona: ¿Cómo estás respondiendo al sacrificio de Jesús en tu vida? ¿Lo sigues con gratitud y entrega total?En Salmo 44:9-17, el salmista expresa una sensación de abandono y sufrimiento. En el versículo 9, dice:"Pero ahora nos has rechazado y nos has humillado; ya no marchas con nuestros ejércitos" (Salmo 44:9, NTV).A veces, aunque sigamos a Dios, enfrentamos derrotas y pruebas. Sin embargo, el salmista no deja de clamar a Dios, reconociendo que solo Él puede traer restauración.