DIA 144 - La Gloria de Dios Llena el Templo
La Biblia en Un Año (con el pastor Julian G.) - Un pódcast de Julian Gamba

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Hoy estaremos leyendo 1 Reyes 7 y 8, Hechos 15:22-41 y el Salmo 87. En 1 Reyes 7, se termina de construir el templo y se edifica también el palacio real. Se detalla el trabajo artesanal, los utensilios, las columnas, los altares, los recipientes de bronce. Todo habla de excelencia, belleza y reverencia. Pero la verdadera gloria aún no ha descendido.En 1 Reyes 8, llega el momento culminante: Salomón traslada el arca del pacto al templo. Cuando los sacerdotes salen del Lugar Santo, “una nube llena el templo del Señor. Los sacerdotes no pudieron continuar con la ceremonia debido a la nube, porque la gloriosa presencia del Señor llenaba el templo” (v. 10-11, NTV). Salomón ora diciendo: “Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en el cielo ni en la tierra. Tú mantienes tu pacto y muestras amor inagotable a los que te siguen de todo corazón” (v. 23, NTV). Luego pide que Dios escuche siempre las oraciones dirigidas hacia ese lugar.Reflexiona: ¿Estás edificando tu vida para que la gloria de Dios la llene, o solo buscando belleza exterior sin presencia interior? ¿Dónde está tu atención: en el edificio, o en el Dios que lo llena?En Hechos 15:22-41, luego del concilio en Jerusalén, los líderes envían una carta a los creyentes gentiles con instrucciones claras. La carta dice: “Les pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes una carga mayor que estos requisitos” (v. 28, NTV). Es un mensaje de libertad, unidad y guía espiritual. Más tarde, Pablo y Bernabé se separan por un desacuerdo sobre Juan Marcos, pero el evangelio continúa avanzando.Reflexiona: ¿Estás dejando que el Espíritu Santo guíe tus decisiones en comunidad? ¿Sabes discernir qué batallas vale la pena pelear y cuándo es mejor seguir en paz por caminos distintos?El Salmo 87 es un canto a Sión, la ciudad amada por Dios. Declara: “El Señor ama la ciudad de Jerusalén más que a cualquier otro lugar de Israel. Oh ciudad de Dios, ¡qué cosas gloriosas se dicen de ti!” (vv. 2-3, NTV). Curiosamente, menciona naciones como Egipto, Babilonia y Filistea, y dice que muchos de ellos serán contados como nacidos allí. Es una anticipación profética de la inclusión de las naciones en la familia de Dios.