Componentes del perdón

Instituto Incipia, psicología, espiritualidad, alta sensibilidad - Un pódcast de Joan Contreras

Idea principal El perdón necesita unas condiciones para que se pueda dar. Necesita un ambiente, una forma de sentir y de hacer determinada. El perdón es com una esencia, un perfume que nos viene de la compasión y que se cuela en la voluntad. Ideas de apoyo Intención Sí, para perdonar lo primero que necesitamos es voluntad de perdonar. En el caso de nosotros mismos, muchas veces esa voluntad viene acompañada de la contradicción, de la oposición por parte de la obligación de tener que haber sabido, de haber tenido que prevenir o de la obligación de de haber actuado mejor. Dudamos de perdonarnos a nosotros mismos o, al menos, nos cuesta y posponemos la decisión de la liberación. Nos queda el resentimiento en la baja autoestima, de la falta de triunfo, del quise y no pude y por ello aún me castigo. Amor Esa voluntad tendría que ser puesta en práctica con amor. Sí, es la segunda condición para que haya perdón: tiene que haber amor. Sin amor, el perdón queda como un ejercicio mental que a duras penas llega al fomalismo y que corresponde a un protocolo derivado de intereses diversos. El amor tiñe al perdón de su esencia, de la compasión que acompaña a renuncia de la venganza, reacción tan animal y tan humana también. El amor en el perdón constituye su base angular, su fuerza inteligente para que no se vuelva a repetir el hecho, también. Inteligencia Intención y amor. La tercera característica del perdón es la de esa inteligencia, esa capacidad para poder ver si el perdón es capaz de resistir un segundo acto, o tercero o cuarto, que tendrá que ser perdonado. O no. Los libros sagrados, la Biblia nos dice que mil veces que te pedirán perdón, mil veces que perdonarás. Es un ejercicio de resistencia en la voluntad de perdón y en el amor donde te ponen a prueba. Es complicado seguir dicho consejo, dar tantas oportunidades. Es complicado poder y es necesario poner toneladas de amor para que el padre vaya perdonando una y otra vez a su hijo por las faltas cometidas. O a uno mismo por lo numerosos errores. Es quizás más fácil poner etiquetas y decir, es que es muy torpe o es que soy malo, y así no tenemos que hacer una y otra vez el ejercicio del perdón. intención, inteligencia y grandes dosis de amor. Esa es la receta.