El colapso de la Edad de Bronce y los paralelismos con la actualidad

Historias de la economía - Un pódcast de elEconomista - Lunes

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Mucho antes de la crisis subprime de 2008, mucho antes del crack del 29, mucho antes del pánico de 1873... una catástrofe mundial ya había sacudido el mundo civilizado, alterándolo para siempre. Hablamos de una debacle que ocurrió en un pasado muy lejano, ¡hace más de 3.000 años! Pero en sus causas y desarrollos guarda paralelismos con el mundo actual, y que arroja importantes lecciones que deberían tenerse en cuenta.Durante la segunda mitad del segundo milenio antes de Cristo, las regiones del Mediterráneo Oriental eran un fértil jardín en el que florecían maravillosas civilizaciones: la cultura Micénica, pujante en el Egeo, mantenía relaciones comerciales con el sur de Italia y el resto de países aledaños; el imperio Hitita controlaba el territorio de la actual Turquía, rivalizaba en riqueza y poder con Egipto y el despiadado imperio Asirio; y en el lecho del Éufrates se asentaba la ancestral Babilonia, regida por los casitas, que habían continuado la tradición sumerio-acadia sin rupturas.Eran todos estados sofisticados, burocratizados y hospedadores de importantes herencias históricas, artísticas y culturales. Habían imbricado una compleja red de comercio y relaciones internacionales que, pese a guerras ocasionales, aseguraba progreso y prosperidad mutuos.Pero el vendaval destructivo de los Pueblos del Mar, una alianza de naciones cuyo origen se desconoce, fue el catalizador de una reacción en cadena que derribó el equilibrio existente. Micenas fue borrada del mapa, como si nunca hubiera existido. Asiria se descompuso. El Imperio Hitita colapsó y desapareció. Y el Egipto faraónico sobrevivió a duras penas, a costa de traspasar el umbral del declive, del que ya no se recuperaría. Fue, según el historiador Robert Drews, "la peor catástrofe de la Antigüedad, peor que la caída del Imperio Romano".Los Pueblos del Mar eran como una plaga, no dejaban nada a su paso, pero no fueron las armas las que desangraron a los imperios de la Edad del Bronce. La telaraña comercial que habían alimentado durante siglos les hacía interdependientes, incapaces de ejercer una gestión económica autónoma. La caída de uno de ellos arrastraba a todos los demás.Inestabilidad y belicosidad, oleadas migratorias desesperadas, una delicada e internacionalizada estructura económica y mercantil... son muchos los paralelismos entre el ecosistema del Bronce final y el mundo actual. "Era un sistema mundial globalizado y cosmopolita como pocas veces ha existido antes de hoy", explica el historiador Eric Cline.Hay otro aspecto que contribuyó al colapso de aquella época, y que nos puede sonar actual: las causas climáticas y geológicas. Terremotos, enfriamientos generalizas, sequías... Esta última, en concreto, es una de las hipótesis que más fuerza ha cogido en las investigaciones más recientes. Sugieren que una fuerte caída de las lluvias, de tres siglos de duración, devastó los recursos en los centros clave de la civilización, hasta que provocó su derrumbe en torno al año 1.200 antes de Cristo.Podemos decir que el cambio climático fue el primer naipe que cae en el castillo de cartas. Y los ciudadanos no pudieron ni preverla ni evitarla, pero si la naturaleza aprieta, la marea humana se mueve. Lo que lleva a la siguiente causa: La inmigración, masiva y violenta.Un aguacero humano, desesperado, que huía de la miseria y de la muerte, y que no había muralla ni frontera que pudiera detener. Una situación que podría estar recogida en el informativo de hoy, pero que ocurrió hace más de 3.000 años. Y, curiosamente, en las mismas zonas que hoy son foco de conflicto, como Oriente Próximo o el mar Egeo.Esta situación explica el nacimiento de los Pueblos del Mar, que más que...