El arte de engañar: historia de la falsificación del dinero

Historias de la economía - Un pódcast de elEconomista - Lunes

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¿Cómo se reconoce un billete falso? ¿Qué características tiene? ¿Qué hay que hacer si nos encontramos uno? La falsificación de dinero es una actividad, ilegal, tan antigua como el propio dinero. Hay quien denomina esta práctica como "el segundo oficio más antiguo del mundo". A lo largo de la historia, han surgido numerosos estafadores que han tratado de imitar monedas y billetes con todo tipo de materiales y técnicas. Y es un problema que afecta a la economía y a la sociedad.En realidad, la falsificación de dinero es incluso más antigua que el propio dinero, ya que, en tiempos de los mayas, cuando el cacao era utilizado como una especie de moneda para los intercambios comerciales, se han encontrado fraudes. Lo que hacían era eliminar la almendra de la vaina, y en su lugar la rellenaban con tierra, lodo o cáscara de aguacate.Tan pronto como se acuñan las primeras monedas, allá por el año 600 a. C., en Grecia, comienza el fraude. Que se extiende, básicamente, hasta que aparecen los billetes, cuya falsificación es mucho más rentable. En el caso de las monedas, el método de falsificación más común era mezclar metales baratos con oro o plata.Otra práctica habitual era la de disminuir el peso de las monedas, recortando o limando los cantos que quedaban tras la acuñación. A estas monedas se las conocía como monedas cercenadas, porque tenía menos cantidad del metal precioso principal, y por lo tanto, menos valor que la legal. Esta práctica suponía un auténtico problema para la sociedad, por la inflación que generaba.Otro método más rápido, pero cuyo resultado era mucho más burdo, fue la de hacer copias exactas de las monedas originales, pero usando moldes de arcilla o yeso. Fue muy popular en la época romana, por lo rápido y barato que era, peor también era más fácil de detectar, por las imperfecciones o incluso por el sonido que hacía al caer, que era diferente a los originales.Por último, también estaba la técnica conocida como el bañado, una falsificación en la que el interior de la moneda se sustituía por un metal base de inferior valor, y luego se recubría con una finísima capa de metal precioso, para imitar las monedas auténticas.Gobiernos de todo el mundo trataron de hacer lo que estuviera en su mano para frenar estas prácticas fraudulentas. Por un lado, implantando medidas de seguridad, como por ejemplo el cordoncillo que se aplicó a los bordes de algunas monedas, y que luego fue perfeccionándose, para evitar el limado. Pero lo principal eran las sanciones y castigos que aplicaban, como medida disuasoria.Las condenas eran las máximas, como se puede comprobar a lo largo de la historia. El emperador chino Gaozong, en 1162, promulgó un decreto para castigar la falsificación con la muerte, que también incluía recompensas para los informantes. En Inglaterra, una pareja, Thomas y Anne Rogers, fueron condenados en el siglo XVII por recortar 40 monedas de plata. Él fue ahorcado y descuartizado, y ella quemada viva. Mientras que un informante permitió detener a David Hartley, el último falsificador de monedas inglés, ahorcado en 1770.En los nacientes Estados Unidos la pena por falsificar monedas también era la muerte. El castigo era tan severo porque se consideraba que la falsificación era una amenaza contra la seguridad del Estado. Menos contundente fue el emperador romano Justiniano con Alejandro, 'el barbero', que cuando fue detenido, en vez de ejecutarlo, lo utilizaron para sacar partido a sus habilidades falsificadoras. En España, la pena de muerte para los delitos relacionados con la falsificación de dinero estuvo vigente hasta 1822, cuando se sustituyó por la cadena perpetua.La gran revolución en el campo de la falsificación de dinero llega con la aparición del papel moneda. Es en China, donde se inventa este formato de pago, donde también aparecen las primeras falsificaciones. Aquel 'dinero volante', como le llamaban...