Bielsa "Locura Coherente"
Futbol y Salsa By Hugo Torres Nakaya - Un pódcast de Hugo Torres
Se dice que el único tema de conversación en la ciudad argentina de Rosario de lunes a lunes es el fútbol. Al igual que los niños que aún hoy patean el balón en la plaza del Foro, Marcelo Bielsa también tuvo allí sus primeros contactos con el deporte al que entregó su vida. El peculiar entrenador del Athletic está de moda. Los elogios le llueven tras colarse en la final de Copa del Rey, pelear un puesto para la Champions en Liga y hacer historia echando al Manchester United de Europa. Le describen los que le conocen como apasionado, diferente, perfeccionista, metódico y, sobre todo, trabajador. Bielsa, ese técnico que se presenta a sus jugadores con un “vamos a la cancha” y para el que los medios son más importantes que el fin, no concibe otro valor que no sea el de salir siempre a ganar. “Prepara todo minuciosamente y se anticipa a las situaciones que van a ocurrir. En cada entrenamiento tiene la oportunidad de sentirse realizado”, relata José María Amorrortu, su hombre de confianza en Bilbao, donde reside en un hotel y trabaja en un despacho en Lezama con una mesa y dos sillas (nada de ordenadores o televisiones). Su relación con los futbolistas no supera la barrera de lo profesional. Siempre directo y convincente, las dobles y largas sesiones de trabajo son su único contacto con la plantilla. El rosarino emplea métodos novedosos recreando situaciones reales con los que busca mecanizar movimientos siempre pensando en la circulación del balón. Por ello, divide el campo de entrenamiento en parcelas que deben ser siempre ocupadas por el jugador señalado en el momento concreto. “Cuesta hacerse a sus maneras. Además, a veces es demasiado exigente y llega a agobiar. Hasta nos mandaba buscar en Prensa información de los rivales”, reconocen algunos de los hombres a los que dirigió, a la vez que destacan su capacidad para calar con su mensaje: “Antes del comienzo del partido no dice nada. Todo lo que debía decir ya lo había explicado durante la semana”. Las sesiones de vídeo son fundamentales en su método. Ya de chaval pedía al tío de su mejor amigo que le enviase desde España cintas con partidos europeos para estudiar el juego al otro lado del Atlántico. Hoy, El Loco, como le apodan, desgrana minuciosamente las jugadas de todos los partidos de su equipo y los rivales buscando defectos que corregir y vías para vencer al adversario. El paso posterior es la transmisión a los futbolistas. Martín Posse, al que hizo campeón con Vélez Sarsfield y después dirigió en el Español, aún recuerda su boda: “La celebré el mismo día en que jugamos contra Boca. Bielsa se plantó con el vídeo del partido que acabábamos de jugar bajo el brazo...”. El fútbol ha sido desde siempre el motor de Marcelo. Su pasión por la Prensa deportiva en su infancia sumada a las clases regateadas para jugar al balón presagiaban el futuro de un niño apodado Cabezón y que se hizo de Newell’s (donde es un auténtico ídolo y cuyo estadio posee su nombre) para llevar la contraria a su padre, que decía ser de Racing de Avellaneda. El joven defensa peleón que vistió en las inferiores la elástica de los leprosos (aunque sólo pudo hacerlo en cuatro ocasiones en Primera) también leía a Hesse, Borges o Dostoievski, arrancaba la alineación de los vestuarios rivales para estudiarla y un día le contestó a su madre, cuando le vio marcharse de casa con una pequeña maleta, que tenía “cosas que hacer”. Una vez dio por concluida su corta carrera como futbolista, Bielsa intentó buscarse la vida. Primero transformaba casas en pensiones de alquiler para más tarde hacer copias de libros y finalmente y atraído por su pasión por las letras (hoy en día asegura que todo lo que pueda decir lo leyó en algún lado) compró un kiosco. Hasta que descubrió algo que le abriría la puerta a trabajar en lo que más le gustaba: la carrera de Educación Física. Con 27 años dirigió a su primer equipo, el de la Universidad de Buenos Aires. No duró mucho, ya que un día se plantó ante Jorge Griffa para (continued)