Episodio 8 - Carta de Rodolfo Walsh a su hija Vicky (Osmar Núñez)

Epistolar - Un pódcast de Antología de lo íntimo - Miercoles

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El 29 de septiembre de 1976, un centenar de soldados del Primer Cuerpo del Ejército rodeó con tanques, autos y hasta un helicóptero una casa en el barrio porteño de Floresta. Allí estaba reunida la secretaría política de la organización Montoneros. Entre los muertos de ese operativo estaba la periodista, delegada gremial del diario La Opinión y militante María Victoria Walsh, a la que todos llamaban Vicky. Esta carta fue escrita por su padre, también periodista, Rodolfo Walsh. El autor de la obra maestra que fue “Operación Masacre” escribe en estado de shock. Habla de la persecución, de la memoria y de la oscuridad que estaba castigando a la Argentina en su última dictadura militar. El mismo Rodolfo Walsh fue tiroteado y luego secuestrado por un grupo de marinos seis meses después. Lee el actor Osmar Nuñez. ****** Querida Vicki: La noticia de tu muerte me llegó hoy a las tres de la tarde. Estábamos en una reunión cuando empezaron a transmitir el comunicado. Escuché tu nombre, mal pronunciado, y tardé un segundo en asimilarlo. Maquinalmente empecé a santiguarme como cuando era chico. No terminé con ese gesto. El mundo estuvo parado ese segundo. Después les dije a Mariana y Pablo: “era mi hija”. Suspendí la reunión. Estoy aturdido. Muchas veces lo temía. Pensaba que era excesiva suerte no ser golpeado, cuando tantos otros son golpeados. Sí, tuve miedo por vos, como vos por mí, aunque no lo decíamos. Ahora el miedo es aflicción. Sé muy bien por qué cosas has vivido y combatido. Estoy orgulloso de esas cosas. Me quisiste, te quise. El día que te mataron cumpliste 26 años. Los últimos fueron muy duros para vos. Me gustaría verte sonreír una vez más. No podré despedirme, vos sabés por qué. Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria. Ahí te guardo, te acuno, te celebro y quizás te envidio, querida mía. Hablé con tu mamá. Está orgullosa en su dolor, segura de haber entendido tu corta, dura, maravillosa vida. Anoche tuve una pesadilla torrencial, en la que había una columna de fuego, poderosa pero contenida en sus límites, que brotaba de alguna profundidad. Hoy en el tren un hombre me decía: “Sufro mucho. Quisiera acostarme a dormir y despertarme dentro de un año”. Hablaba por él pero también por mí.