La soledad de Sánchez
El podcast de Francisco Marhuenda - Un pódcast de La Razón

Es cierto que más vale estar solo que mal acompañado, pero no estoy seguro de que tenga mucho sentido aplicarlo en democracia a un presidente del Gobierno. A Stalin, Lenin, Hitler, Castro o Mussolini, por citar algunos dictadores, les gustaba la soledad y ejercían el poder con una brutalidad y crueldad espeluznantes. En cambio, una democracia se caracteriza, tanto por la forma como por el fondo, en cómo se ejerce el poder. No es bueno que una única persona tome todas las decisiones. La experiencia vital de Sánchez le ha conducido a desconfiar de todo el mundo, ya que sabe, mejor que nadie, que sus mayores pelotas son los que le traicionaron. Por ello, no consulta las grandes decisiones, sino que simplemente las comunica. La realidad es que está muy solo, aunque rodeado de una Corte de fieles como si fuera un shogun de la Casa Tokugawa. Me recuerda mucho al ritual de aquella época, ya que todo el poder residía en una única persona y el emperador era un mero símbolo encerrado en su palacio.