Renault 5 GT Turbo vs Renault Clio 16V: Comparativa de coches vintage
El Garaje Hermético de Máximo Sant - Un pódcast de Máximo Sant
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Suceder a un mito no es tarea fácil. Y es que cuando apareció el Renault Clio 16v el Renault 5 GT Turbo ya era un mito. Ahora lo es más. Estos dos coches son como el día y la noche en lo que respecta a su comportamiento, estética y, sobre todo, motor, turbo contra 16v. ¿Cuál es mejor? ¿El más nuevo? ¿Estás seguro? El R5 Copa y Copa Turbo, gracias entre otras cosas a las Copas Renault, eran coches muy atractivos y con una evidente aureola deportiva… pero el GT Turbo no se limitó a relevar a los “viejos” Copa, sino que les superó y con creces. ¿Qué hacía al GT Turbo un coche tan especial? Las explicaciones que voy a dar, si has conducido este coche, te las puedes saltar. Porque le estética deportiva del coche y el enorme logo “TURBO” en la luna trasera, molaban… pero el GT Turbo era más, mucho más, ¡muchísimo más que una cara bonita! Era, y aún hoy día es, un coche de un asombroso rendimiento en conducción deportiva, sobre todo en carreteras estrechas de montaña. Y no solo por su potente motor Turbo, sino por su comportamiento en curva y por su buena frenada. Siempre se dice que el GT Turbo corría mucho. Personalmente, hice las prestaciones de este coche y conseguí una aceleración en los 1.000 m de 28,1 segundos, ¡por encima de la gran mayoría de los Porche de la época! Y una punta por encima de los 200 km/h. en un coche de precio asequible… Tan importante como las prestaciones puras era el comportamiento. El Fase I, además de unas llantas feúchas, no tenía muy bien resueltas las cotas del tren delantero. Pero el Fase II suponía en este sentido una mejora notable. Pero en ambos casos el comportamiento en curva era eficacísimo, muy neutro. Recuerdo que me fui a probarlo una noche, sobre la una de la madrugada… y volví casi al amanecer… me hice 500 km de curvas y no me cansaba… Pero ese comportamiento tan neutro, requería ser controlado para que el tren posterior no te adelantase en plena curva. Y si a todo esto le sumas la llegada “abrupta” de potencia del turbo, la conclusión es que no era un coche fácil… pero era, e insisto, es, tremendamente divertido y eficaz. Creo que uno de los coches de tracción delantera más divertidos que he conducido nunca. Pero no era un coche fácil de llevar… era un coche exigente, ¿peligroso? Pues, quizás sí, en malas manos… Pero llegó el Clio para suceder el Supercinco. Y en las versiones normales, la cosa fue relativamente fácil. Sustituir al mito, iba a ser más difícil… ¿difícil o imposible? Aunque os cueste creer ya al principio de los 90, los coches con turbo tenían mala fama. Incluso algunas compañías de seguros ponían pegas para asegurarlos. Turbo era sinónimo de prestaciones, pero también para algunos de peligro y excesivo consumo. Y la alternativa eran las 16 válvulas. Renault lo tuvo claro desde el principio, quería dar “un paso atrás” prescindiendo de dos cosas que habían sido la seña de identidad de sus R5 más deportivos: El Turbo y, en España, la palabra Copa. Se llamaba Clio Copa a los preparados para la Copa, pero nunca se produjo en fábrica un coche con ese nombre. En Francia los R5 y R5 GT Turbo, los dos, usaron la denominación Alpine. El sucesor del GT Turbo iba a ser el Clio 16v. En febrero del 91, Renault deja probar a los periodistas españoles en los alrededores del circuito de Jerez de la Frontera, Cádiz, España, el nuevo Clio 16. Y ya desde el primer momento, se deja claro que este coche, en comparación con el GT Turbo, es un coche mucho más amable, fácil, más “civilizado” … ¡Incluso en la versión de calle! Y no, no es cosa mía, os leo lo que escribía mi buen amigo Eduardo Azpilicueta, excelente probador y periodista, sobre los Clio 16v de competición: “Su principal característica es su gran progresividad, perdonando los errores de conducción” … Estaba claro, donde en GT Turbo te metía en un lío, un Clio te sacaba del lío… Si a esto le sumamos que su motor había cambiado el “genio” del Turbo por una cierta torpeza… pues estaba claro: El Clio 16V era un coche más civilizado, que podía conducir cualquiera, pero no era tan rápido ni tan eficaz como el GT Turbo… De hecho, aceleraba menos, aunque por aerodinámica su velocidad punta era mayor. ¿Era esto un problema? Pues… puede que sí…Cuando una marca cambia de modelo en su copa de promoción, una de las consignas es que debe ser más rápido que el anterior. El GT Turbo FASE II anunciaba 120 CV y el Clio 16v catalizado, 137 CV. A los mandos, el GT Turbo parecía más potente. Pero es que además en las preparaciones de la Copa era más fácil potenciar el modelo con turbo. He probado varios y mi opinión es que, dentro de la legalidad se movían en el entorno de los 150/160 sí que se conseguían. Lo cierto es que cuando los pilotos probadores de Renault probaron el Clio 16 para la Copa resultó que el coche era claramente más lento, más subvirador, menos potente y con menos bajos. Renault lo arreglo a base de mejorar el Clio con suspensiones más bajas, amortiguadores de gran calidad, reglajes específicos, llantas de 7 pulgadas, mejores neumáticos, unos Michelin S9B… pues ni, aun así. Se tardó en conseguir que los Clio 16V de la Copa fuesen más rápidos que los R5 GT Turbo. Todo esto que os cuento está escrito en las revistas de la época… pero ni siquiera he recurrido a ellas porque asistí al nacimiento del GT Turbo, la primera presentación de prensa a la que acudí. Luego probé muchas veces distintos GT Turbo, luego los Clio 16V, más tarde el Williams e incluso tuve un Renault Clio 16V de la Copa con el que corrí el Trofeo RACE, una especie de Campeonato de Madrid, pero -aunque este feo que lo diga- con mucho nivel. Lo que es cierto es que comparando el GT Turbo con el Clio 16V, en carretera o circuito, el Clio, como se dice en el argot de las carreras, “era una madre”. El GT Turbo era un coche que exigía atención y anticipación. Adolecía de falta de motricidad, con un autoblocante hubiese sido la caña en circuito. En realidad, más que falta de motricidad, el problema era la curva tan agresiva de potencia. Para no perder tracción en la rueda delantera era necesario hacer trazadas muy especiales y mimar el acelerador… pero si lo conseguías, los tiempos salían y muy bien. Dejadme que esta vez escoja con la cabeza y con el corazón. Ya sea para la calle o para la competición, si elijo con la cabeza, me quedo el Clio. Pero “el corazón tiene razones que la razón no entiende” así que, si me comprase uno ahora, sería el GT Turbo.