Probamos un Dino: Todo un Ferrari

El Garaje Hermético de Máximo Sant - Un pódcast de Máximo Sant

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Hemos tenido una oportunidad de lujo, ¡probar un Ferrari! Y para eso… ¡nos hemos ido a Tenerife! Bueno, en realidad no es un Ferrari, sino un Dino, la marca que Enzo Ferrari creó en honor a su hijo. Pero, no tengáis ninguna duda, todos los Dino son auténticos Ferrari. Tengo que dar las gracias al Real Automóvil Club de Tenerife y a todo su staff que me han tratado de maravilla. Y por supuesto a Fernando, el propietario del coche, que se fio de mi… bueno, le devolví el Dino de una pieza. Como os contaba, hemos participado con un Dino en la XXI Clásica de Tenerife extraordinariamente organizada por el Real Automóvil Club de Tenerife que ha tenido un verdadero éxito de convocatoria. Entre los invitados había personajes muy relevantes, como Mario Illien, Ingeniero especialista en motores de F1 y ligado a Red Bull, que participó en un Chevrolet Corvette de 1958, o el Cónsul Honorario de Malta, Dottore Claudio Marciano di Scala, que participó a bordo de un Jaguar E. No puedo hablar de todos los coches presentes, así que he elegido 5 que no sé si son los mejores, pero sí los que más me han sorprendido: -Austin Healey 100/4 de 1955, un modelo por el que tengo debilidad, precioso, con un motor imponente, pero que hay que saber conducir… -Chevrolet Corvette C1 de 1958, para mí el Corvette más auténtico. Además había dos unidades de idéntica estética: Bicolor blando y rojo, bonito a rabiar. -Mercedes 300 SL, aunque el Coupé “alas de gaviota” sea el más famoso, la versión descapotable, aparte de preciosa, tenía mejoras en chasis y suspensiones. -MG B de 1963, porque la iniciales de “Morris Garage” antes de que las comprase una empresa china eran sinónimo de auténticos y puros roadster americanos. -Alfa Romeo Montreal de 1973, porque es un coche que conocí en mi preadolescencia y es un coche que siempre me encantó… además no lo conocía en color verde, Estos son los elegidos… pero hubiese elegido 100. Hubo dos Dino, el 206 inicial y el 246. No, no hay muchas diferencias, ¡hay muchísimas! Incluso, aunque parecen casi iguales, las paneles de carrocería no son intercambiables. Ambos contaban con motor, por supuesto, V6 que era la idea inicial de “Alfredino”, algo así como la mitad de un V12… aunque era un diseño del que se partía de 0. En el 206 la carrocería y el motor eran de aluminio y con 2.0 litros ofrecía 180 CV a 8.000 rpm. En el 246 la carrocería era de chapa y el bloque motor de hierro, pero con la cilindrada subida a 2,4 litros y una potencia de 195 CV. Nunca había probado un Dino y mi primera duda era “¿Cabré dentro?”. El día de mi llegada a Tenerife, fue una de las primeras cosas que hicimos: Irnos a probar el Dino. Afortunadamente, cabía. Si la primera impresión es la que cuenta… pues no puede ser mejor. Ya antes de subirte, antes de arrancar, antes de oír su motor, sólo con verlo, el Dino enamora, ¡qué bonito es! ¡Qué gran trabajo hizo Pininfarina son este coche! Y cuando subes notas que estás ante un coche muy especial, todo en Ferrari. Pero la fiesta comienza cuando arrancas… En recta el Dino se desenvuelve bien. Los 195 CV para menos de 1.200 kg sumado a la buena motricidad y buenas relaciones cambio y un manejo rápido permiten aceleraciones más que respetables. Los frenos son, sencillamente, un lujo. Agradezco la ausencia de servofreno que, si bien es verdad que hace más “física” la conducción del coche, te permite modular la frenada, algo de especial interés en un coche deportivo, ligero y, claro está, sin ABS. ¡Dadme curvas!, porque donde destaca el Dino es en las curvas: ¡que facilidad para meter el coche en la curva! ¡Qué paso por curva! ¡Qué motricidad!... No olvidemos que el sueño de Alfredo Ferrari, “Alfredino” para los amigos, Dino para su padre y para la posteridad, era hacer un coche que ofreciese las sensaciones de un auténtico Ferrari, que fuese más accesible… y que fuese relativamente utilizable. Y el Dino lo es… En todo esto hay una mala noticia. Tenerife es una isla… maravillosa, pero una isla. ¿Y qué tiene de malo esto? Que mis planes de darme a la fuga y “robar” el DINO se van al traste. ¡Cuánto me costó separarme de él! Pero tengo que agradecer la confianza de FERNANDO de dejarme nada menos que un Dino… Sinceramente, yo no sé si lo haría. Ha sido una gran oportunidad porque, lo confieso, que durante un tiempo yo fui de esos que, de alguna manera, despreciaban al Dino. Probarlo no solo ha sido un placer, ha sido un fenómeno reivindicativo, por parte del coche, de la marca, si me apuras, del propio “Alfredino”… este coche tiene algo de especial, no solo es un verdadero Ferrari, es un Ferrari, como diría un andaluz, con “duende”, con alma. Para acabar la conclusión es sencilla: A veces los sueños se cumplen y para mí, probar este coche, ha sido un sueño.