Las matrículas: ¿Un invento para multar?
El Garaje Hermético de Máximo Sant - Un pódcast de Máximo Sant
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Si eres de esos malpensados que creen que las matrículas de los coches se inventaron para multar, pues… te recuerdo lo que dice el refrán: “Piensa mal… ¡y acertarás!”. Hay mucho que contar de las matrículas de los coches y motos, por ejemplo quién, cómo y cuándo se inventaron, como evolucionaron y algunas curiosidades. Velocidad: Todo es relativo. Al principio de la historia del automóvil era un invento caro con cierta mala fama, en esos tiempos y a mi modo de ver justa, de peligrosos y complicados, muy complicados de conducir. Y, sobre todo, extremadamente veloces. Antes de la llegada de los coches, lo más rápido que había eran los caballos. Un caballo al galope, puede aguantar unos 30 minutos y moverse a 25 km/h. Al trote aguanta más y va a unos 15 km/h y al paso… pues eso, al paso, alrededor de 8 km/h. Pero vamos a ver qué pasaba con otro invento, el ferrocarril. Baltimore and Ohio Railroad. Nos vamos a 1830 cuando se lanza una locomotora que en su momento era “la caña” y tenía hasta nombre: La “Tom Thumb”. La inauguración “barra” demostración, se hizo en un tramo de 21 km y para comparar, salía al mismo tiempo una carreta cargada y tirada por un caballo… ¿Sabéis qué paso? ¡Que llegó antes el caballo! Pero lo realmente importante es que el carro apenas cargaba unos centeneres de kilos y el ferrocarril cargaba toneladas… No olvidemos que los trenes iban por los raíles. ¿Qué quiero decir con esto? Que entonces, como ahora, a nadie en su sano juicio se le ocurría pasear o transportar cosas por las vías del tren. Iban por los caminos, caminos que tendrían que compartir con ese nuevo invento: El automóvil. “Máquinas endemoniadas”. Los coches, desde muy pronto y sobre todo con la llegada del motor de explosión, eran muy rápidos. Y compartían calles y caminos con los peatones, las personas que transportaban cosas en carretilla, a caballo o en carreta. Y enseguida cundió el pánico, los coches se convirtieron en máquinas endemoniadas que provocaban accidentes. Como decíamos al comienzo del automóvil su número era insignificante, pero se abarataron, se comenzaron a ver sus ventajas, se simplificó su uso, como hizo Ford en su modelo T, y ya empezaban a verse por los caminos. Y comenzaron los accidentes. Pero era frecuente que el automóvil que causaba el accidente, bien voluntaria o involuntariamente, después de un accidente se diese a la fuga. Ordenanza de Paris, 1893. Los franceses fueron los primeros que, en París, declararon obligatorio el uso de matrículas, que era una simple placa con un número, comenzando desde el 1… así de fácil. Tras Francia instauraron este innovador sistema Alemania y los Países Bajos. Y luego llegaron los EE.UU. de Norteamérica, siendo Nueva York el primer estado en declarar obligatorio su uso. Pero la verdad es que era un poco lío porque a ambos lados del “charco” eran las ciudades las que se encaraban del tema, cada una a su buen saber y entender, y las placas de matrícula las fabricaban los propios propietarios de sus coches, en chapa o en cuero, con una numeración siempre estándar… un verdadero lío. La primera placa en España. En 1900 nace en España el “Reglamento de coches Automóviles por Carretera”, vamos, el abuelo del código de la circulación. Y ese mismo año en Palma de Mallorca se expide la primera placa de matrícula, que identificaba un Clement que estaba a nombre del señor Josep Sureda i Fuentes. Por supuesto esa placa era la PM-1. Este sistema de una o dos letras para identificar la provincia y hasta seis números, estuvo vigente hasta 1971. Después llegó la legislación vigente entre 1971 y el 18 de septiembre de 2000 y se cambiaron por un grupo de cuatro números y hasta dos letras, o sea la primera sería por ejemplo de Madrid, la M-0000-A y la última, que no lo hubo, la M-9999-ZZ. Y en el 2000 se unificaron las numeraciones en toda Europa y las plazas contienen cuatro números, hasta tres letras y el identificativo del país. Cambia el color, pues por ejemplo los ingleses, entre otros, las prefieren amarillas. El futuro serán las matrículas digitales… ¡que miedo! Si meten un “chip” a tu coche no solo sabrán de quién es, sino donde está, a qué velocidad va… etc. Un capricho de 10.000.000$. Hay países, como gran Bretaña y sobre todo los EE.UU. donde se pueden personalizar las plazas y ligarlas no a un coche, sino a un propietario. Esto te permitiría que tu matricular contuviese tus iniciales, por ejemplo, pero da lugar a que determinadas placas con algún significado, como LOVE, WHY, ALOHA, ONE o F1 o un montón de ellos más, se coticen y alcancen cifras estratosféricas. La que está considerada la placa más cara de la historia es la del “muchimilonario” árabe, Saeed Abdul Ghaffar Khouri, que pago nada menos que 10 millones de dólares en USA porque su placa solo tuviese un número, sin letra: El 1.