La curiosa historia del volante de los coches

El Garaje Hermético de Máximo Sant - Un pódcast de Máximo Sant

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Seguro que alguno piensa viendo este título: “Máximo ya no sabe de qué hacer vídeos… ¿hay algo que contar del volante?” Mucho. Os propongo un reto: Si después de ver este video no os ha sorprendido nada ni habéis aprendido nada nuevo, me lo decís en comentarios y lo comentaré en un próximo vídeo… ¿Aceptáis el reto? La mayor representación del automóvil es un volante, pero los primeros coches no llevaban volante. Luego eran finos y de gran diámetro, luego gruesos y de menos diámetro, pero siempre redondos …hasta que a algún genio del marketing se le ocurrió la infeliz idea de hacerlos achatados primero por abajo y luego por abajo y por arriba… infeliz idea, como digo, tomada quizás de la competición. Pero todo esto tiene un por qué y es lo que vamos a contarte hoy. Ahora a los vehículos tirados por caballos los llamamos “coches de caballos” … el mundo al revés. Porque a finales del Siglo XIX si decías “coche” te referías a un “coche de caballos” y para hablar de automóviles tenías que decir “Coche a motor” o “automóvil”. Y estos coches, sencillamente, no tenían volante porque estos primeros coches empleaban el mismo sistema de dirección que los carros de caballos. Si llevaba caballos pues salía una barra o “atalaje” a la que se enganchaban los animales… al girar estos, giraba la barra y la barra giraba la dirección. Si quitabas a los caballos las ruedas las giraba otro “animal”, con comillas, el “Chauffeur” o “chófer” y lo hacía mediante unas palancas muy similares a un manillar de moto o con una palanca única, que no tenían desmultiplicación alguna… lo que movías el “manillar” se movían las ruedas. “Monsieur Vacheron” fue el inventor del volante en 1894, sistema que montó en un Panhard & Levassor que participó con relativo éxito, acabo en decimo primero, en la carrera Paris-Rouen. El gran invento de Vacheron de hecho no fue el volante, sino la caja de desmultiplicación, lo que ahora llamamos caja de dirección. ¿En qué consistía esto? Muy sencillo, en que el movimiento del volante no tenía una equivalencia “exacta” en las ruedas, sino que estaba desmultiplicada… y el volante podía dar más de una vuelta. Hoy día, en los volantes, hay de todo: Para controlar el audio, el programador de velocidad, el ordenador de a bordo, el teléfono… y, por supuesto, el airbag. El límite total lo marca un volante de F1, que además de las levas del cambio y del embrague puede llevar fácilmente 25 botones o palancas… así que puedes pensar que poner cosas en el volante es algo muy moderno… te equivocas. Casi desde el principio se ponían cosas en el volante que, evidentemente, siempre está muy a mano. Lo normal el acelerador de mano, el avance de encendido… y un tercero que en la gran mayoría de los coches aún perdura: El claxon. Hay coches que llevan el claxon en otro sitio, pero la mayoría de los coches, desde 1920, lo llevan en el centro del volante… Vamos a hablar de dirección “asistida” con comillas. ¿Por qué? Porque cuando los coches, y lo que es peor, los camiones, no llevaban dirección asistida, la única solución para que la fuerza sobre la dirección fuese razonable, era poner un diámetro muy grande y una dirección muy desmultiplicada, es decir, con muchas vueltas. Esto no era coto privado ni de los coches de calle ni de los camiones, sino que incluso en la competición y en la F1, los volantes eran enormes. La dirección era muy “directa” es decir con pocas vueltas de tope a tope para girar más rápido. Si ves a Fangio y a sus rivales en sus coches verás un volante enorme, imprescindible para poder girar las ruedas, por ejemplo, en un fuerte apoyo. También eran más finos, entre otras cosas porque antes la gente era más “pequeña” en general y, sobre todo, porque desde los inicios hasta que el automóvil comenzó a popularizarse, era frecuente, casi diría que forzoso, usar guantes. Eso también explica los aros de madera barnizada. ¿Por qué más pequeños? Además de por qué se podía, tenía ventajas en cuanto a confort, habitabilidad y acceso de conductor. A cambio requería estudiar mejor donde ponías la instrumentación para que el propio aro no te la tapase. Porque, paralelamente, según disminuían su diámetro, aumentaban su grosor. Y se hacían de materiales más adherentes, porque ya nadie usaba guantes. En cierto modo en la competición hubo una “vuelta al pasado” pues se comenzaron a usar volantes que no eran redondos, eran casi como los antiguos en el sentido de que las manos no cambiaban de posición. ¿El motivo? En un F1, por ejemplo, ni en Mónaco tienes que “volantear”, no hace falta que cambies las manos ni incluso para girar en la paella de Grand Hotel Hairpin. Coche del día. Lo tengo claro, una belleza, el Mercedes-Benz W196 de Fangio con su volante gigante. Cuando algún piloto actual lo han probado… ha alucinado.