Cadillac: Los coches americanos que sí me gustan
El Garaje Hermético de Máximo Sant - Un pódcast de Máximo Sant
Categorías:
Ya sabéis que no soy un gran fan de los coches americanos…. pero hay excepciones. Y una de ellas es Cadillac, sinónimo de la calidad y el lujo al más puro estilo americano. Una marca que nació de las cenizas de la primera Ford y que tiene nombre francés… un buen principio para esta historia, que incluye rivalidades, celos, traiciones… y racismo. Así que comenzamos por el principio, cuando la “primera” Ford cierra sus puertas. Ford fundó en 1901 la HFC o Henry Ford Company, que era la reestructuración y renovación de una empresa denominada Detroit Automobile Company. Pero al poco de comenzar se peleó con sus socios financieros, William Murphy y Lemuel Bowen porque según los que ponían el dinero, Henry Ford le dedicaba mucho tiempo a sus “juguetes”, las carreras y el Ford 999. Los inversores trajeron a un ingeniero llamado Henry M. Leland para que valorase tanto las fábricas como las herramientas antes de ponerlas a la venta. Pero cuando Leland vio las instalaciones pensó que era una pena venderlas y no aprovecharlas para seguir fabricando coches… pero con un nuevo motor. Leland era buen ingeniero, pero se ve que también un buen vendedor porque se reunió con los escépticos inversores, Murphy, como tu amigo el de las leyes, Rodrigo, y Bowen, para convencerles de que era posible fabricar coches con éxito, pero necesitaban un nuevo motor… y él tenía uno. La idea era ser pioneros y fundar la primera compañía de fabricación de coches de Detroit que fuese rentable y en 1902 deciden fundar una marca… solo faltaba un nombre. Y rebuscaron en la historia hasta dar con el nombre de Antoine de Lamothe señor de Cadillac, fundador del fuerte y ciudad de Fort Pontchartrain du Detroit, origen de la ciudad de Detroit. “Exactitud, una ley”. Palabras de Leland que apostaba por las máximas calidad y precisión. En estos años, hablamos de comienzos del siglo XX, la fiabilidad de los motores no era muy alta y eran frecuentes las averías de cierta gravedad. Pero la precisión y calidad de fabricación de Cadillac permitían, por primera vez, que si se rompía un motor en vez de tener que cambiar el motor entero o ajustarlo pieza a pieza, se podía comprar una pieza de repuesto y encajaba a la primera. Ahora esto nos parece lo normal, pero entonces parecía un verdadero milagro. En 1903 se presentan en el Salón del Automóvil de Nueva York los primeros Cadillac Runabount y Tonneau que fueron todo un éxito vendiéndose alrededor de 2.500 en solo una año, una cifra muy importante en esa época. Y es que, entre otras mejoras, Cadillac introdujo el arranque eléctrico en 1912 que sustituía a la incómoda y peligrosa palanca de arranque… una mejora muy apreciada por el público, como podéis suponer. La industria del automóvil en los USA se va polarizando entre dos grandes grupos: Por un lado Ford, la Ford “definitiva” nacida en 1903 y por el otro General Motors, nacida en 1908. Estar fuera de uno de estos dos grupos era complicado y delicado. General Motors necesitaba una marca para su alto de gama y su fundador, William Crapo Durant, un tipo con muy buena vista, se fijó en los Cadillac, impresionado por su calidad… y compra la compañía con la promesa de dejar a Leland gestionarla a su antojo. Promesa que no cumplió. Y en 1917, Leland se fue… ¿y dónde fue? Decíamos al comienzo que esta historia incluía rivalidades, celos y traiciones. Rivalidad entre Ford y GM, celos de Henry Ford por Cadillac y traiciones… porque Leland se fue directo a Ford para crear una marca directa competidora de Cadillac… Hablamos, por supuesto, de Lincoln, desde 1918 hasta diría que hoy día, principal rival de Cadillac. El primer V8 de Cadillac nace en 1915, con una V a 90 grados, como debe ser, más de 5 litros, a lo grande, y 70 CV a solo 2.400 rpm. Un motor que evolucionó con un cigüeñal de doble plano, aparecido en 1918 y que hacía al motor más potente, pero sobre todo más suave. Llega una primera “era dorada” de Cadillac, que no deja de crecer. Contratan a Harley Earl, que crea una submarca de Cadillac, también con nombre francés, La Salle, inspirada en otro explorador francés, René Robert, caballero de La Salle. Una marca que desaparece en 1940 pero reaparecerá como denominación de modelos de lujo de Cadillac… de más lujo. ¡Vais a alucinar! Llega la “Gran depresión” o la crisis del 29 y las ventas de Cadillac caen un 84 por ciento… la marca está a punto de desaparecer. Y ante una situación tan extrema se toman decisiones extremas. Cadillac, que buscaba un mercado de prestigio, con un cliente muy selecto toma una decisión increíble: No vender coches a las personas de color, a los afroamericanos. Un error, porque ya había cantantes, boxeadores, actores, abogados, etc. afroamericanos y eran muchas personas, de todos los colores de piel, las que estaban indignadas con esa medida. Afortunadamente, estaba Nick Dreystadt, que convence a la marca para derogar esta estúpida medida y consigue hacer crecer las ventas un 70 por ciento. Le nombraron director general. Cadillac quiere convertirse no solo en un referente en cuanto a calidad, sino en cuanto a digamos “grandeza”. En un país donde lo grande y lo exagerado triunfa, Cadillac triunfó. Pasó de los motores V8 a los V12 y en 1930 a los V16, este último con 7,5 litros de cilindrada y 165 CV, una verdadera pasada para la época. La guerra fue un paréntesis, pero acabada la guerra no vuelve el optimismo, sino que se multiplica. La economía crece, los americanos tienen ganas de vivir y dinero en los bolsillos y comienzan a aparecer nuevos Cadillac más grandes y lujosos. A partir de los 50 lo que triunfa son los cromados. Muchos cromados por todas partes, todo brillante. Nacen las versiones Coupé de Ville o “falso cabrio” sin pilar B que parecen descapotables con el techo puesto. También aparecen la Series 75 de Fleetwood y los coches no paran de crecer. Aparecen modelos míticos, como el Eldorado Brougham de 1957 y ya en 1959 comienzan a aparecer las famosas aletas traseras de Cadillac… Ya estamos en plena carrera espacial y todo lo relativo a los cohetes y los aviones de alta tecnología está de moda. El diseñador de Cadillac Peter Hodak se dio cuenta de ello y puso esas aletas inspiradas en aviones como el Lockheed P-38 Lightning. El frontal lleno de cromados, unas aletas inspiradas en los aviones y unas luces trasera que parecen las toberas de los cohetes forman un conjunto muy “Cadillac” que aparece a finales de los 50 y está presente prácticamente hasta los 80, como es el caso del Cadillac Fleetwood Brougham. A partir de los años 90 la marca se moderniza tanto en el aspecto mecánico como en el aspecto estético. Los dos coches citados, el Allanté aparecido en 1987 y el Seville, no tanto la segunda generación (1980-1985) con su peculiar trasera, ni siquiera la tercera (1985-1991) sino la cuarta (1992-1997), muy afinada y moderna… Pero con todos sus esfuerzos, Cadillac nunca ha llegado a conquistar el mercado europeo. Son coches muy al gusto americano y muy a la medida del público americano. Pero no renuncian a ello.