Palabras de vida del gran Maestro, Capítulo 13—Un signo de grandeza
Disfruta La Palabra - Un pódcast de Jochen Gameros

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Cristo dirigió la parábola del fariseo y del publicano a “unos que confiaban de sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros”. El fariseo sube al templo a adorar, no porque sienta que es un pecador que necesita perdón, sino porque se cree justo, y espera ganar alabanzas. Considera su culto como un acto de mérito que lo recomendará a Dios. Al mismo tiempo, su culto dará a la gente un alto concepto de su piedad. Espera asegurarse el favor de Dios y del hombre. Su culto es impulsado por el interés propio.