Chile, borrón y cuenta nueva

DESDE MI PUNTO DE VISTA - Un pódcast de Constantino de Miguel

Chile parece pasar del progreso al regreso. Los disturbios de 2019 provocados por una subida en el precio del transporte público en Santiago abrieron la puerta a una masiva protesta popular que dijo basta a un sistema político y económico heredado de la dictadura de Augusto Pinochet. Los Chicago boys aplicaron desde mediados de los 70 las doctrinas liberales de Milton Friedman logrando que Chile se pusiera a la cabeza de toda Iberoamérica en crecimiento económico. Chile era el paraíso de los negocios, gracias a su seguridad jurídica, a su policía incorruptible, a sus incentivos a la producción y a la exportación, etc, etc Chile era progreso, ley y orden… Pero todo se torció porque los arquitectos de ese milagro económico no pensaron en que la riqueza no solo había que crearla, sino también repartirla… y no tanto para atender preceptos igualitaristas y de justicia social impulsados por izquierda, sino para consolidar socialmente un sistema que de hecho estaba sacando a Chile del subdesarrollo. Pero en esa admirable carrera hacia la prosperidad, el gobierno de Sebastián Piñera no supo prever que se estaba larvando una explosión social por parte de sectores que aunque también habían mejorado significativamente sus condiciones materiales en los últimos treinta años, denunciaban la falta de oportunidades y la profunda desigualdad social. Nacer y crecer en las callampas de Santiago o en los poblados Pehuenches de la Araucanía no es lo mismo que nacer y crecer el pituco barrio de Las Condes. Lo terrible es que también a esos grupos descontentos de indígenas, estudiantes y cesantes, como llaman a los desempleados en Chile, se les pasó la mano. Sus protestas degeneraron en vandalismo, los sans-culottes querían hacer la revolución y estaban dispuestos a arrasar y destruir, o sea el mecanismo típico de las revoluciones que pasan por un periodo de terror… murieron 31 personas en el fuego cruzado entre policía, ejército y manifestantes.  La tragedia humana, la quema de autobuses y mobiliario urbano, los cortes de carreteras y las ocupaciones de fincas arrinconaron al gobierno chileno que terminó entregando el destino del país a un grupo de exaltados. Una parte de esa turba que provocó el caos en Chile va a sentarse a escribir ni más ni menos que la futura Constitución del país. En efecto, la Convención que va a redactar sus artículos está compuesta mayoritariamente por líderes intoxicados con ideas socialistas  inoperantes, que no compran ni en los paraísos socialdemócratas escandinavos. De tener en la gestión del país a los más brillantes técnicos de América Latina formados en los mejores centros del mundo, Chile podría pasar a ser gobernada por charlatanes y victimistas, sin otro currículum que la de ser líderes agitadores, y tal vez poseer títulos basura otorgados por desprestigiadas y añejas universidades públicas de Europa y Norteamérica.