La sala de espera

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DCH  Déjame Contarte Una Historia que en realidad sucedió) te presenta hoy estos nuevos episodios titulados: "El Diario del Padre Andrés". Una serie de meditaciones que al igual que una historia contada, busca que te encuentres con Dios en las pequeñas vivencias del día a día.  Este primer capítulo se llama: La sala de espera. Reflexión de un corazón inquieto; y es una experiencia que desde lo sencillo y cotidiano nos acerca a Dios. Rezamos por ti, con la fuerza de Dios. Acompáñanos en Déjame contarte una historia. Te dejamos el texto del podcast para que lo puedas seguir:   El diario del Padre Andrés  La Sala de Espera 14 de febrero de 2016   Tuve que ir al hospital hace unos meses para hacerme algunos análisis. El día iba a ser largo, eran muchas las pruebas por las que tenía que pasar. Mientras estaba sentado en la sala de espera, miraba cómo, poco a poco, se llenaba el lugar. Iban pasando las horas y el estómago me reclamaba comida pues estaba en ayunas. Yo intentaba distraerme leyendo un libro de San Agustín; en una página encontré una frase que me llamó mucho la atención. Decía: «Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».  Estas palabras me invitaron a reflexionar. Así que dejé el libro a un lado y me puse a observar alrededor. Después de un rato de ver a las personas que allí estaban, empecé a reparar en que cada una de ellas era “un mundo”. Todas con sus propias dificultades, problemas, miedos, sueños y experiencias. Estábamos en el mismo lugar pero sólo de paso, y aunque no nos conocíamos compartíamos algo en común: el querer mejorar nuestra salud, pues estábamos en un hospital. Fue cuando pensé en lo siguiente:   ¿No será que el mundo es como una gran sala de espera? Diariamente nos cruzamos con muchas personas y no reparamos en ellas, simplemente compartimos un espacio: la calle, el trabajo o los lugares por donde vamos, la casa, la cocina o el aula de clase. Sin embrago hay algo que nos une a todos, una realidad que nos hace cercanos a los otros y nos permite hacernos su prójimo. Es algo que está metido en lo más profundo de nuestros corazones, grabado con fuego de una manera indeleble. Este “algo” es un anhelo de Dios, “una nostalgia por Él”.  Estoy seguro que lo has sentido y lo sientes.  Hemos venido de Dios y a Él queremos volver. En esta sala de espera lo que esperamos es el encuentro con Dios (que no necesariamente es la muerte). Es un encuentro hoy, al que vamos y para el que debemos prepararnos.  Para eso debes hacer bien las cosas, reconciliarte con aquellos a quienes hayas ofendido. Amar buscando el bien de los otros. Confiar en Dios.  Hoy te invito a que mires a tu alrededor: a tu familia, a tus amigos y a los que de alguna u otra manera te rodean y veas cuánto bien puedes hacer a los otros, ¡y lo hagas!  Hoy San Agustín me enseñó algo nuevo: Todos tenemos un corazón inquieto que busca descansar en Dios.   Que el Señor te bendiga ahora que escuchas esta reflexión y te acompañe siempre.   Rezamos por ti Con la fuerza De Dios