Salamandra y cuervo

Cuentos para bebés y Niños - Un pódcast de Jhon Mayer - Lunes

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Había una vez una salamandra que vivía en un estanque. Le gustaba nadar y jugar con sus amigos los peces y las ranas. Un día, decidió salir a explorar el bosque que rodeaba el estanque. Se arrastró por la hierba hasta llegar a un árbol muy alto y frondoso. Quiso ver qué había en lo alto, así que empezó a trepar por el tronco. Mientras tanto, había un cuervo que vivía en el mismo árbol. Le gustaba volar y cantar con sus amigos los pájaros y las ardillas. Un día, decidió bajar a ver qué había en el suelo. Se lanzó al aire y planeó hasta llegar a una rama baja del árbol. Quiso ver qué había debajo, así que se asomó al borde. Fue entonces cuando la salamandra y el cuervo se vieron por primera vez. La salamandra se sorprendió al ver un pájaro negro y grande que la miraba con curiosidad. El cuervo se asombró al ver un lagarto verde y pequeño que le sonreía con simpatía. Se quedaron unos segundos en silencio, sin saber qué decir. - Hola - dijo al fin la salamandra - ¿Cómo te llamas? - Hola - respondió el cuervo - Me llamo Corvus. ¿Y tú? - Me llamo Salma. ¿Qué haces aquí? - Pues estaba bajando a ver qué había en el suelo. ¿Y tú? - Pues estaba subiendo a ver qué había en el árbol. - Qué coincidencia - dijo el cuervo - ¿Quieres que te enseñe el árbol? - Sí, me encantaría - dijo la salamandra - ¿Quieres que te enseñe el estanque? - Sí, me gustaría mucho - dijo el cuervo. Así fue como la salamandra y el cuervo se hicieron amigos. Se pasaron el día mostrándose sus mundos y compartiendo sus experiencias. Se divirtieron mucho y aprendieron mucho. Al caer la noche, se despidieron con un abrazo y se prometieron volver a verse al día siguiente. Y así lo hicieron. Cada día, la salamandra subía al árbol y el cuervo bajaba a la rama. Se contaban sus aventuras y se hacían compañía. Se respetaban y se querían. Y vivieron felices para siempre. FIN.