Nacho y el bizcocho

Cuentos para bebés y Niños - Un pódcast de Jhon Mayer - Lunes

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En un pequeño pueblo vivía Nacho, un niño gordito al que le encantaba comer. Siempre disfrutaba cada bocado como si fuera el último, y nunca dejaba ni una migaja en su plato. Sin embargo, había algo que caracterizaba a Nacho: siempre era el último en terminar de comer. Su mamá, preocupada por esta costumbre de Nacho, decidió hablar con él un día después de la cena. Sentados en la mesa, con la luz tenue de la lámpara iluminando la habitación, ella le dijo con voz cariñosa pero firme: "Nacho, ¿por qué siempre tardas tanto en comer? Los demás ya han terminado y tú todavía estás con el plato casi lleno." Nacho, con la boca llena de comida, miró a su mamá con una sonrisa pícara y respondió: "Es que cada bocado es una aventura, mamá. Quiero saborear cada pedacito al máximo". La mamá suspiró, sabiendo que no podía discutir con la pasión de su hijo por la comida. Pero decidió darle un consejo: "Está bien, Nacho, pero la próxima vez, trata de comer un poco más rápido. Y recuerda, cuando termines, guarda lo que sobre en el horno". Nacho asintió con la cabeza, pero en su mente ya estaba planeando su próxima expedición culinaria. Esa misma noche, su mamá preparó un delicioso bizcocho para el postre, y Nacho lo miraba con ojos llenos de deseo. Sin embargo, cuando todos terminaron de comer, Nacho seguía disfrutando de su último pedazo de carne. Su mamá, un poco impaciente, le recordó: "Nacho, recuerda lo que te dije. Cuando termines de comer, guarda el bizcocho en el horno". Nacho, con una sonrisa inocente, respondió: "¡Claro, mamá! Pero antes de guardarlo, ¿me das otro pedazo de bizcocho?". La mamá, sorprendida por la petición, le dijo: "¡Nacho, pero si aún no has terminado de comer tu plato principal!". Nacho, con su carácter juguetón, respondió: "Lo sé, mamá, pero el bizcocho también es parte de la comida, ¿no? Así que técnicamente, ¡todavía estoy comiendo!". La mamá no pudo contener la risa ante la lógica impecable de su hijo y, entre risas, le sirvió otro pedazo de bizcocho. Desde ese día, Nacho se convirtió en el rey de las excusas divertidas a la hora de comer, pero nunca olvidó guardar el bizcocho en el horno al finalizar. Y aunque su mamá a veces se enfadaba, no podía evitar sonreír ante la ocurrencia de su adorable gordito llamado Nacho.José Pardal