Evangelio de San Marcos | Capítulo 5 - Un hombre con muchos espíritus malos.

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Liberación de un endemoniado 5:1-17 – Mt 8:28-34; Lc 8:26-37 5:18-20 – Lc 8:38-39 1 – Cruzaron el lago hasta llegar a la región de los gerasenos.  2 – Tan pronto como desembarcó Jesús, un hombre poseído por un espíritu maligno le salió al encuentro de entre los sepulcros.  3 – Este hombre vivía en los sepulcros, y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.  4 – Muchas veces lo habían atado con cadenas y grilletes, pero él los destrozaba, y nadie tenía fuerza para dominarlo.  5 – Noche y día andaba por los sepulcros y por las colinas, gritando y golpeándose con piedras. 6 – Cuando vio a Jesús desde lejos, corrió y se postró delante de él. 7—¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? —gritó con fuerza—. ¡Te ruego por Dios que no me atormentes! 8 – Es que Jesús le había dicho: «¡Sal de este hombre, espíritu maligno!» 9 —¿Cómo te llamas? —le preguntó Jesús. —Me llamo Legión —respondió—, porque somos muchos. 10 – Y con insistencia le suplicaba a Jesús que no los expulsara de aquella región. 11 – Como en una colina estaba paciendo una manada de muchos cerdos, los demonios le rogaron a Jesús: 12—Mándanos a los cerdos; déjanos entrar en ellos. 13 – Así que él les dio permiso. Cuando los espíritus malignos salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran unos dos mil, y la manada se precipitó al lago por el despeñadero y allí se ahogó. 14 – Los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y dieron la noticia en el pueblo y por los campos, y la gente fue a ver lo que había pasado.  15 – Llegaron adonde estaba Jesús y, cuando vieron al que había estado poseído por la legión de demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.  16 – Los que habían presenciado estos hechos le contaron a la gente lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.  17 – Entonces la gente comenzó a suplicarle a Jesús que se fuera de la región. 18 – Mientras subía Jesús a la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le permitiera acompañarlo. 19Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: —Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión. 20 – Así que el hombre se fue y se puso a proclamar en Decápolis lo mucho que Jesús había hecho por él. Y toda la gente se quedó asombrada.