Vanidad de Vanidades

AudioLibros Cristianos Reformados - Un pódcast de Pastor César A. García (IBGR)

Hace casi tres mil años, un notable rey predicador escribió algunas de las frases más inquietantes y escrutadoras de la Biblia. Ocurren justo al comienzo del libro de Eclesiastés. (La palabra Eclesiastés significa “el predicador”.) Prácticamente todo el que lea estas páginas las habrá oído alguna vez. Escribió: “Las palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén”. Vanidad de vanidades, dice el Predicador, vanidad de vanidades; todo es vanidad.'¿Qué vamos a hacer con estas palabras? La cuestión más importante que tenemos ante nosotros es comprender el propósito y el destino de la vida. Estas palabras y el pasaje siguiente nos ayudan. No debemos ignorarlos, como aquellos que pasan toda su vida sin pensar seriamente en su significado.El Predicador, como el autor real elige firmar, se considera un genio desde cualquier punto de vista. Su enorme intelecto y sus poderes literarios lo han colocado entre las figuras más destacadas de la historia. Pero no estamos simplemente escuchando a un hombre sobresaliente, porque en estas palabras el predicador habla bajo la inspiración de Dios, y cada palabra está destinada a nuestras almas.El propósito del libro de Eclesiastés es señalar la total insuficiencia de limitar toda nuestra atención a los aspectos materiales o no espirituales de la vida. Es demostrar que no puede haber felicidad duradera, ni plenitud ni propósito final en una vida vivida sin Dios. Y el predicador demuestra su caso con una serie de sorprendentes ilustraciones.