Un éxito comprobado

Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland - Un pódcast de Kenneth y Gloria Copeland

  «Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y no soy digno ya de ser llamado tu hijo”. Pero el padre les dijo a sus siervos: “Traigan la mejor ropa, y vístanlo. Pónganle también un anillo en su mano, y calzado en sus pies… porque este hijo mío… se había perdido, y lo hemos hallado». (Lucas 15:21-22, 24) Lograr reconocimiento. Eso es lo que constantemente debes hacer en el mundo de hoy, ¿cierto? En el trabajo, con tus amigos, e incluso en tu casa siempre tratas de obtener la aprobación que necesitas. Tratas de convencer a las personas que te rodean de que mereces el dinero que ganas, su amistad, e incluso el amor que te dan. ¿Existe alguna salida? ¡Por supuesto que la hay! Se llama gracia. Es el favor y la aceptación que recibimos, sin merecerlos. Y hay un sólo lugar en donde se puede encontrar—en el corazón de Dios. No hay un mejor ejemplo de la gracia de Dios que el de la parábola del hijo pródigo. Hoy en día, pocos de nosotros podemos identificarnos con el impacto que tuvo en la vida de los primeros judíos que la oyeron cuando Jesús la contó. Según las costumbres de aquellos tiempos, el hijo pródigo había cometido uno de los actos más despreciables. No sólo se había aprovechado de su padre y gastado la herencia en una vida desenfrenada, sino que había abandonado a la nación de Israel y había pactado con un extranjero―¡un criador de cerdos! Eso era lo más bajo que se podía caer. Según ellos, la rebelión del hijo era tan grave que al padre le quedaba solo una cosa por hacer: repudiarlo. ¡Pero esa no fue la actitud de este padre! Él recibió con los brazos abiertos a su hijo arrepentido. Le mostró gracia —favor inmerecido—, basado en el amor del padre, e independiente de las acciones del hijo. La próxima vez que trates de pagarle a Dios por algo malo que hayas hecho, y ganarte así otra vez Su favor, recuerda la parábola del hijo pródigo. Deja que esa parábola te recuerde que, a pesar de tus pecados, tu Padre celestial te ha recibido con los brazos abiertos. Te ha vestido con la justicia de Cristo y te ha puesto Su anillo en tu dedo. ¡Te ha calzado y reconocido como hijo! ¿Te sientes inmerecedor de recibir esas cosas? Por supuesto que sí. Después de todo, eras indigno de recibirlas. Sin embargo, Dios no ha basado la relación que tiene contigo en tus méritos, sino en el amor que Él te tiene y en los méritos de Cristo. No tienes que demostrarle a Dios tu valor. Para Él, tu eres un éxito comprobado. Lectura bíblica: Lucas 15:11-32   © 1997 – 2019 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland / Kenneth Copeland Ministries. Todos los derechos reservados.