44. Renacimiento
Ante el inconsciente - Un pódcast de Marly Kuenerz y Laureano Perez
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Cada Navidad celebra el renacer de un niño divino, que simboliza las veces que cada uno de nosotros renace en la vida, pasando de una fase a otra. Nuestro recorrido es un renacer permanente e incluso el cuerpo renace cíclicamente cada cierto tiempo. Pero si en ese proceso de cambio no renace la idea, nos mantenemos en una aburrida rutina “prevista” pero desilusionante. Aunque queramos que todo se pare para sentirnos seguros y tener el control, corremos el riesgo de volvernos estáticos y morir simbólicamente. En este sentido, las odiadas crisis te obligan a cambiar de idea, pues para renacer nos hace falta la experiencia que desencadena el cambio, aunque no nos guste. Es como el rebrotar de una planta: necesita semilla y estiercol. Y es este cambio de ideas el que restaura la voluntad de vivir lo cotidiano, como en la peli Soul. De esta forma, la vida es vida de verdad cuando el ritmo del continuo renacer no te asusta: una rutina renovada a diario. En definitiva, renacer es estar abierto a la renovación de la idea. Los sueños que interpretamos hoy tienen como protagonistas a (1) una soñante desilusionada que aun estando predispuesta a percibir algo más sutil no acaba de creérselo y (2) otra soñante que tiene ante sí un campo por sembrar en el que se aparece una tetera maravillosa que sus seres más queridos pretenden apropiarse.